NO RETURN POINT
Corre, no te pares.
Los músculos de mis piernas trabajaban a toda velocidad. Me dolía cada latigazo de sangre que envíaba mi corazón por mis venas. El dolor y la adrenalina me hacían olvidar esa profunda fatiga que me estaba desgarrando la traquea. Y el miedo. El miedo era lo peor. Esa sensación de pánico se había clavado en lo más profundo de mis huesos hasta volverlos astillas. Era algo que había permanecido latente, dormido durante muchos años. Pero yo sabía que tarde o temprano iba a volver. Y con mucha más intensidad.
Sigue corriendo, no mires atrás.
Con los brazos aferraba el pequeño bulto en el que había depositado todas mis esperanzas. El futuro yacía entre las hojas del bosque que había ido dejando atrás. Lloraba porque sabía que había llegado el punto de no retorno. Lloraba porque sabía que era injusto.
La maleza crujía bajo mis pies descalzos. La sangre estaba empezando a atraer miradas hambrientas entre las sombras de los árboles. Apenas podía ver, las lágrimas seguían empañándome los ojos. Estreché el bulto contra mi pecho y seguí corriendo más deprisa.
Corre por tu vida.
Ya los oía venir. Sus pisadas bestiales resonaban en mis oídos.
Apreté los dientes y aceleré, cabeceando, abriéndome paso con los hombros. La manta que envolvía a mi bebé se desplegaba por la velocidad. El pelo me azotaba las mejillas, las piedras se me clavaban en los pies. Jadeaba, boqueaba, desesperada por conseguir un poco más de oxígeno. Mis piernas se movían describiendo arcos cada vez más amplios. El miedo sacaba a relucir mi instinto más salvaje: sobrevivir.
Salté una raíz por instinto y me estrellé contra un arbusto que me llegaba por la cintura. La fuerza del impacto hizo que mi peso venciera y acabé en tierra firme, habiendo atravesado esa maraña de hojas y ramas puntiagudas.
Lo que vi a continuación me cortó la respiración como si me hubieran golpeado con un bate en el estómago. Al final del camino no había puente, sino un precipicio.
En aquel momento, el bebé empezó a llorar.
¡Por favor, CORRE!
La voz gritaba desde mis recuerdos. Una voz infantil y aguda que hacía más profundo el agujero que se estaba comiendo mi corazón. Acuné al bebé que llevaba entre mis brazos y besé su rostro.
-Dame a la niña.
Era la voz de una sombra. Tan grave y tan distinta de la que retumbaba en mi cabeza que la ignoré. Seguí besando los párpados de mi hija.
-Todo ha acabado. Ryo está muerto.
-¡NO! -Rugí levantando la cabeza y golpeando el aire con mi larga melena oscura.
Me alejé unos pasos, hasta el mismo borde del precipicio, negando con la cabeza.
-Asesinos... asesinos -Gimoteé. Las piernas amenazaban con no sostenerme más-. Antes la muerte... mi niña... la muerte... ¡DEJÁDLA EN PAZ!
-La muerte no es algo negociable. Estás condenada, igual que tu marido.
En algún momento debí perder la cabeza. No me iban a arrebatar a mi hija. Ella tenía que quedarse con su madre.
Sentía en lo más profundo del alma no haberle podido entregar una vida normal, haberla traído al mundo para nada. Ni siquiera había cumplido los dos años. Tenía que hacerlo en seguida, porque si me arrepentía sería peor para ambas. Las sombras no perdonaban a nadie. Ni siquiera a los inocentes.
Antes de dar el paso pensé por última vez en todos aquellos a los que alguna vez amé. Vi sus rostros felices, muchos recuerdos, evoqué sus voces. Aún había futuro para alguien. Un horrible futuro, pero era vida.
El futuro yacía entre las hojas del bosque.
Mi pequeño Shinichi dormiría ajeno a todo lo que estaba ocurriendo. Mi primogénito sobreviviría a los funestos acontecimientos que nos había preparado el destino.
-Espero que algún día seáis capaces de entender por qué hice lo que hice.
Me despedí de mis hijos y salté.
___
No es lo que estabais esperando, no es lo que yo pensaba colgar, pero igualmente es parte del fic de Shinichi. Aquí empezó todo para mi chico.
Por si ha quedado algo confuso, lioso, poco claro... la mujer es la madre de Shinichi, que huye de algo. Más adelante irá cobrando un poco más de sentido.
¡A ver si me da tiempo de actualizar esta noche!
1 comentario:
Wooo!! Me ha encantado ^w^ Creo que se entiende a la perfección que es la madre de Shini-chan y que está tan aterrorizada que prefiere suicidarse a quedar en manos de sus perseguidores... Aunque deja atrás a mi niño...
Aunque no veas qué susto me he llevado al principio. Como dijiste de continuar con esta historia, cuando he empezado a leer me he creído que el que huía con un babé en los brazos era Shinichi u.u Se me saltaban los ojos de las órbitas al imagiármele como un papá modelo lol
Con susto incluido, me ha encantado, como todo lo que escribes de mi chiquitín, of course.
(Has visto que ya lo considero MIO? Solo estoy dispuesta a compartirlo con Natsu xD)
PD: sIguE aSí waPaaAA! (Yo tamién sé hacer comentarios copy-paste)
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