29/6/12

Circe


Hoy me he asustado al darme cuenta de que existen cosas en mi persona que no son mutables. Me he asustado porque realmente me aterra pensar que puedo perder mi capacidad para reflexionar y cambiar mis ideas. Como todos los seres humanos, de puertas para afuera, puedo aparentar, fingir, mentir y escurrir el bulto cuánto y cómo me convenga en el momento... pero de puertas para adentro, ah, de puertas para adentro todo tiene que ser luz, claridad. Para mí no ha de haber mentiras. He de ser capaz de distinguir cuándo me he comportado de forma altiva porque no me daba la real gana admitir X o Y. Y he de ser capaz de encajar una derrota (o una victoria), desvestir mis pensamientos y facilitarles nuevas prendas que llevar. Por eso me he asustado en un primer momento, antes de darme cuenta de que detrás de las cosas inmutables ancladas en las personas existen poderosos sentimientos de amor.

Pasiones, sí, todos tenemos las nuestras. Son una especie de fuegoeterno que arde por ahí perdido, como un rescoldo mal apagado, hasta que sucede que se derrama un poco de gasolina, se dejan caer un par de cerillas... y ea, ya se ha montado. Es imposible detener el incendio.

Así que, queridos, queridas, como veo que de momento sólo soy incapaz de cambiar mis amoríos juveniles (más propios de un nocker chiflado que de cualquier criatura viva, joven y sana), no puedo dejar de cambiar en otros aspectos. Ha llegado el final de una etapa. Me marcho, y me llevo a Circe conmigo. Creo que no volveré a jugar en este tablero. ¡Suerte en esta impredecible partida!

Y arrimaos al sol que más caliente.