23/12/10

Ahora ya pueden empezar las navidades


 Fuck yeah, finally done!

Después de repasar a conciencia al menos un millón de veces el código del programa y sus correspondientes manuales técnico&de usuario (y todas esas cosas que también se adjuntan en los trabajos de un proyecto largo), ya lo he terminado. Sí amigos, sí, me ha costado lo mío abarcar todos los posibles rangos de acción de un ser humano, implementar determinados métodos que no querían funcionar ni a tiros, corregir pequeños errores... incluso recuperar el don de la palabra, que ha sentido una imperiosa y acuciante necesidad de escapar según veía que se acercaba la hora límite de entrega y todavía quedaba algo por hacer; pero descuidad, le he agarrado por la camiseta cuando me ha dado la espalda y firmemente le he dicho "Cariño, te necesito aquí, así que demuestráme esa hombría de la que tantas veces flaqueáis los varones". Y, con mi recién recuperado don para manejar el lenguaje, y las musas que nunca se separan de mí, he logrado terminar y presentar una exquisitez de trabajo. 


Han sido unos días tremendamente ajetreados, días en los que me he quedado en casa y he pasado incontables horas pensando algoritmos. Realmente, transcribirlos al editor y comentarlos no ha sido, ni por asomo, la tarea más ardua. Pero ha sido toda una experiencia ayudar en la decoración de navidad mientras pensaba en combinaciones, arrays bidimensionales, repeticiones, métodos rebeldes y demás monstruitos varios que clamaban domesticación a gritos.

De momento, no voy a colgar el juego ni las instrucciones de uso... puesto que mi simpatiquísimo (y, por qué no decirlo, atractivo ) profe ha establecido una semana más de plazo para que aquellos a quienes no les haya dado tiempo terminar la práctica dispongan de algo más de tiempo para entregarla. Así que para evitar que los astros conjuren en mi contra y les muestren a los rezagados el camino a mi blog gracias a las palabras clave que puedan introducir en google... bueno, hasta que no pase el plazo, no lo voy a hacer público. Que ni yo he sido la primera aspirante a programadora en pensar algo tan básico, ni quiero ningún tipo de problemas con eso de "¡me has copiado el trabajo!, ¡no, has sido tú!, ¡no, tú!".


Y ahora, con vuestro permiso, me retiro para trastear en la configuración de mi tan-olvidada-estos-días vida social.

12/12/10

It's all about you


Hace mucho tiempo que vengo arrastrando una carencia importantísima en mi interior. He sido consciente de ello en ocasiones, cuando aquello era ya incontenible y no había forma humana de refrenar el deseo. Era tal mi agonía al no encontrar lo que necesitaba en ese momento, al no tener nada a mano que supliera mi carencia, que muchas veces estuve tentada de caer en el lado oscuro de la vida. No es que no haya estado allí ya, claro, pero...

Sí, queridos y queridas lectoras, os hablo de... mi incontenible deseo de escribir. Con el foro totalmente fuera de combate (no nos llamemos a engaños, es así) y sin los esporádicos episodios fuera-de-todo-tiempo-y-lugar que a veces escribía con Niwa, me he quedado más solita que la una. Y os preguntaréis, ¿qué más da que no haya nadie más escribiendo en este momento, si la necesidad la sientes tú? Ah, queridos y queridas amigas, veréis... ahí es donde nos topamos con un pequeño problemita. A pesar de lo mucho que me guste escribir, rara vez lo hago sóla. ¿Por qué? pues ni idea, pero para escribir algo más que un par de líneas yo sóla... bueno, ya tiene que ser fuerte mi necesidad de comunicación. Un buen ejemplo de ello es cuando escribí aquella historia yaoi (aunque nunca imaginaríais el motivo que me llevó a ello ¬w¬).

El caso, que nos estamos desviando, es que echo muchísimo de menos a mi querido, cabezota, irascible e irresistible muchachote. Hombretón, como diría Natsu. ¿Ya sabéis de quién hablo, verdad? Por supuesto, no podría ser otro que Shinichi Sanagawa (avisadme cuando el mundo deje de girar en torno a él por favor, será algo que apunte cuidadosamente en mi diario).
Y es que, normalmente, solía darle quebraderos de cabeza a todo el mundo menos a mí. Mis días echan en falta su arrogancia y su soberbia, el sonido de su espada contra los sais de Natsu y los posteriores gemidos y jadeos entre las sábanas de cualquiera de sus camas, ese saber ponerle en su sitio que tiene la lengua de Kyoko, la rivalidad mal disimulada que se trae con Yoru... No os imagináis las ganas que tengo de volver a oirle bufar, gruñir, refunfuñar, maldecir, insultar, verle cabreado, irritado, molesto, a punto de explotar, explotando. Quiero que vuelva a empuñar la espada y se vaya a repartir allá donde se precisen sus habilidades, quiero descubrir todo cuanto pueda sobre él, explotar su personalidad y su carácter para hacerle crecer. Quiero que recuerde quién fue para darle un pasado y que decida quién quiere ser para que tenga un futuro. Otro, porque cada vez que escribimos cambia ese futuro final.

Ah... pero, sin duda, lo que más echo de menos, más que todos esos deseos que he escrito...es la vida que le llego a dar cada vez que posteamos una historia colectiva. Así que no me andaré con rodeos: estoy en plena cuenta atrás para los exámenes y mi creatividad ha aumentado como si de una función exponencial se tratase. Necesito escribir. La capa de administradora oscura está cogiendo polvo y tendré que enfundarmela antes de que sea demasiado tarde. La pregunta es... ¿Todavía hay alguien interesado en esto de escribir todos juntos? La verdad es que tengo muchas ganas de manejar a Shinichi, pero después de las últimas conversaciones vía msn tampoco me disgustaría empezar un nuevo proyecto de cero. 
Una buena historia es justo lo que mi imaginación necesita.


[/indirecta mode On] ¡Y no lo olvidéis, aceptamos gente nueva! :D [/indirecta mode Off]

11/12/10

Here is your prize



Sin saber muy bien cómo ya ha llegado diciembre. Apenas me quedan dos clases a las que acudir y habrá terminado este primer cuatrimestre de mi recién empezado Grado en Ingeniería Informática. No es que haya sido un cuatrimestre muy cómodo, siempre estresada (a mí manera, todo sea dicho) con fechas límite y trabajos, siempre con mil ideas, retoques y mejoras rondándome la cabeza para algunos de los proyectos de programación, siempre inmersa en ese tira y afloja con la pereza y la vagancia que nacen de la desmotivación...
En fin, que este cuatrimestre ha significado un suspiro y ahora tengo en mi poder montañanas de información por procesar y comprender y muy poco tiempo para hacerlo.

A raíz de este último suceso he vuelto a reflexionar acerca de  un tema que tenía ya muy mascado. Desde que tuve uso de razón y a medida que pasaban los años e iba absorbiendo conocimiento con el que ir empapando esta esponja que tengo por cerebro, iba siendo cada vez más consciente de una dura realidad: la ignorancia. Paradójico que cuanto más conozcas más ignorante te pienses, pero no por ello menos cierto. Y, si mal no recuerdo, creo que mis palabras ya fueron enunciadas por Sócrates en su momento a través de la frase "Sólo sé que no sé nada".

El caso es que, viviendo en un barrio obrero durante toda mi vida, creo saber un poco, sino bastante, acerca de la ignorancia. He sido, y soy testigo todavía de hecho, de millones de patadas al diccionario, redacciones pésimas, de personas que defienden y repiten como loritos consignas acerca de las cuales no saben nada, del desprecio por la lectura y el conocimiento, de continuas cuestiones hacia el aprendizaje y todo el esfuerzo que conlleva... y un largo, largo etcétera.

¿Cómo afrontar esto? Porque parece que al llegar a una determinada edad te está vedado preguntar. Recuerdo que cuando era una niña y preguntaba el significado de palabras que no conocía o de cualquier otra cosa sobre la que no tuviera información alguien me lo explicaba detalladamente y las veces que hiciera falta. A día de hoy, que no soy ni por asomo el cúlmen de la inteligencia y el conocimiento, todavía hay muchísimas cosas que se me escapan, pero cuando las pregunto, tras la explicación siempre he de lidiar con el reproche o la mofa de turno. No importa, no voy a dejar de instruirme por tener que soportar unas cuantas pullas, pero pensad en toda la gente que aún tiene en su cabeza el miedo a lo que otros piensen de ellos. La gente que no lleva una camiseta porque ese año ese color no se lleva, o que se muerde la lengua por conservar unas cuantas amistades hipócritas. Llegará un día en el que no vuelvan a preguntar más, un día en el que el goteo de información se corte y sólo quede el silencio de los libros, manuales y otras obras de consulta para sus preguntas. Es triste, pero pocos se tomarán la molestia de aprender.

Y es que cada vez que alguien habla por hablar o critica SIN un mínimo de información acerca del tema que está tratando (información contrastable, por supuesto) y hace llegar al público sus palabras, ha de ser muy consciente de qué demonios es lo que está lanzando al aire para que otros lo miren. Depende de lo que haya dicho, eso puede explotar como una bomba o ser un simple avión de papel que pasa desapercibido. Y con esto no estoy diciendo que tener y expresar la opinión de cada uno sea malo, no. A lo que yo me refiero es que no hay que revestir las palabras con ese aura de magnanimidad y axioma incuestionable con el que a menudo se nos presentan. Porque, por desgracia, no todo el mundo ha podido acceder a una enseñanza primaria, secundaria o a estudios superiores. No sabemos hasta dónde llegaran las palabras que decís, que decimos, escribimos o publicamos, pero nuestra es la responsibilidad de todas y cada una de ellas. Influirán, o no, en el pensamiento de alguna persona, y el cambio que de ello derive puede convertirla en un ser más desgraciado o liberarla de alguna carga...

Joder, que a veces somos muy poco conscientes de lo manipulable que puede llegar a ser la mente humana. Tenedlo en cuenta, navegantes.



And here is your prize... "Fools rush in where angels fear to tread".