28/5/11

¡Vaya, vaya!



Encontrarnos ahí, precisamente ahí. En una estación de mala muerte, esperando un tren con destino a quién sabe dónde. Tú, de la mano de aquel muchacho, sentada en uno de esos bancos metálicos que tan jodidamente fríos están en invierno, y yo, arrastrando mis ojeras, recién salida de las escaleras mecánicas. Llevaba puestas las gafas y, claro, te costó reconocerme. Pero mis brazos se movieron como locos en un alarde de efusividad (tan impropio de mi serio y respetable temperamento, me gustaría añadir), intentando llamar la atención de ese ser humano enfundado en una camiseta amarilla de tirantes en que resultaste haberte convertido. Yo sé por qué nos echamos a reír como dos estúpidas... pero ni tu compañero ni la gente que me acompañaba parecía conocer el motivo. Yo sé que me despedí sin muchos miramientos de ellos para irme contigo, contigo y con aquel muchacho tan amable que me presentaste... y sé también que mañana, pasado, me preguntarán por qué. Pero no les diré nada, ya lo sabes.

Y si el tiempo pudiera medirse en palabras, lo que pasamos los tres encerrados en ese vagón, comodamente sentados, sería un intervalo muy grande. Me empapé de todo lo que me contaste, te conté todo lo que esta boca traidora quiso revelar. Quizás más de lo que a mí me hubiese gustado... pero, en cualquier caso, ahora.... ¡ahora qué más da!

Como en los viejos tiempos, amiga. Como en los viejos tiempos.
 

22/5/11

Do not disturb me


My daddy use to say I knit when I'm nervous.
¡Pero es mentira! Como si alguien, algo, pudiese perturbarme. Ja... no me hagas reír.

Las noches en calma me gusta mirar por la ventana del salón. Es un placer que no obtengo cuando hay tormenta, cuando la lluvia viene a lamer el alfeizar y los truenos me llaman con su inconfundible crujido. Cuando hay tormenta vuelvo a ser una hechicera; la sangre se me excita en su prisión de venas, burbujea y al final se derrama como un sentimiento más.

Las noches en calma es distinto. Me arrodillo en el sofá, me cuelo a través de la cortina, asomo la naricilla por la ventana abierta. No se oye ni un ruido, apenas algún que otro coche despistado, y pasan casi de puntillas. Las noches así me gusta pensar en silencio. Dejar que el gato me siga, se suba al respaldo, restriegue su lomo contra mi mejilla y salte al alfeizar. Y que me roce con su hociquito sonrosado, como diciendo ¿qué haces aquí, mamá? Esta ventana es mía. No puedo evitar sentir tanto amor. Toneladas de amor. Shinet, el gato de ojazos heterócromos.

Hoy he pensado que... que ya está. It's over. Que da un poco igual lo que haga o cómo me relacione.


Y que soyunaisla. Soyunaisla, soyunaisla, soyunaisla. 


¡Ay, pobre del que diga lo contrario!

15/5/11

Such an insomniac

Llevaba sin pisar esta página más de lo que me gustaría dejar por escrito. Y, de hecho, me voy tan rápido como he venido, porque todavía necesito un día más. Pero regresaré... regresaré.



El caso es que no sé muy bien qué necesito escribir hoy. Lo siento aquí, queriendo salir, pero no consigo darle un nombre.

Es cálido, pero tan débil... como un fantasma, como un sueño. La reminiscencia de un pensamiento. Me deja suave, me arranca las fuerzas con el gesto tierno de una madre preocupada. Y cuando me tumbo sobre la cama me dan ganas de fumarme un cigarro. Sostenerlo entre mis dedos, prender una llama, quemar la puntita hasta que arda el papel. Dar una calada. Expulsar el humo. Mirar el techo como si todos los puntitos de gotelé fueran en realidad estrellas. ¿Y qué hago con la ceniza? Pues estiro el brazo y le doy un par de toques al cilindro hasta que se reduce sobre la madera del escritorio. Ya lo recogeré después. Pero entonces me da un ataque de tos, y recuerdo que sólo me he tomado dos cucharadas de jarabe a lo largo del día en lugar de tres. Y lo lamento. Lo lamento, porque el interior de mi pecho debe estar hecho de espino y este catarro se está encargando de restregar mis pulmones sobre tan doloroso lecho cada vez que llevo a cabo el acto reflejo de toser. Pero qué más da. Ya no me importa tanto. Ya no me duele tanto. Ya estoy mejor. Sí, ya estoy mejor...
La música me canta una canción al oído. Una canción tan triste. Y yo sólo quiero dormir. Dormir. 

Oh, por favor, yo sólo quiero dormir.