1/10/11

Jajaja...


El plano metafórico es un hiperplano de dimensión n ≥ 4, vamos, de eso estoy más segura que de la certeza de la ecuación 2+2=4. Un maldito hiperplano en el que no tiene sentido geométrico intentar representar nada, porque todo lo que tus manos puedan acertar a dibujar degenerará en un trazo subjetivo sujeto a las leyes de pensamiento de... ¡quién sabe qué demonios!

Con lo claras y ordenaditas que son mis ecuaciones, y lo mucho que me cuesta despegarme de su cálida seguridad numérica que no puede engañarme ni escurrir sus soluciones bajo un manto de elaboradas mentiras. Y es que cuando tengo que quitarme las gafas y desviar la mirada de las páginas cuidadosamente tatuadas de fórmulas para adentrarme en el territorio profano de las conexiones cerebrales humanas, ¡ah, maldita la gracia que me hace!

Ah... es que de verdad no os hacéis a la idea de lo frustrante que es darte cuenta de que la ecuación de punto y final que habías concluido para el planteamiento de un enunciado concreto está equivocada. Porque la cosa ya no está ni muerta ni viva, sino algo repugnantemente intermedio para lo que no existe ni nombre.

¡Pues que vuelen los malditos folios, demonios!

And this is my reaction to everything I fear
'Cause I've been going crazy
I DON'T WANNA WASTE ANOTHER MINUTE HERE!

1 comentario:

Charlie D. dijo...

¿Y por qué no lo intentas cortar con la navaja del amigo Ockham? La explicación más sencilla es siempre la correcta.

Porque más allá de ecuaciones perfectamente ordenadas, paradigmas enredados, monstruosas metáforas, gente endiablada, agobiantes pensamientos, estúpidos prejuicios, miedos injustificados, sufrimiento incomprensible, trazos subjetivos, pérfidos engaños, laberínticas conexiones neuronales, bromas carentes de gracia, soluciones erróneas y cadáveres descompuestos... todo se puede resolver con un par de palabras.

Paradójico, ¿eh?