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1/11/11

Dear followers of mine


Cierta persona (¡y hace no demasiado!) se atrevió a sacar a la luz ciertos pensamientos que compartí con ella en un alarde de confianza y afecto... e hizo pública mi elitista intención de joder a algunas de las chinches que crían en mi botón de seguidores de las personas que, por vaya a saber usted qué motivos, me siguen. ¡Mierda, pues me jodió toda la sorpresa! Yo que pensaba atacar a traición y por la espalda, disfrutar de una puñalada certera y reír malévolamente mientras (y atención, esto es importante) acariciaba con absoluta delicadeza el níveo lomo aterciopelado de mi señor gato...  ¡Demonios!

He dejado pasar tanto tiempo ¡por pura y jodida pereza, no os engañéis! para despistar a vuestras pobres mentes llenas de problemas tan sumamente importantes como atinar a meter cada pie en un calcetín cada mañana. Y si me atrevo a interrumpir semejantes dilemas filosófico-existenciales (dioses, el nivel de maldad en sangre ha llegado ya a alcanzar cotas escandalosamente altas), es porque la cifra parece aspirar a reflejar mis tiernos veinte añitos y eso es algo que me provocaría un interesante cabreo.

Mirad, seré breve, seré clara y hablaré en voz lo suficientemente alta como para no tener que repetirlo. Este cariñosamente brutal toque de atención está dirigido única y exclusivamente a aquellas personas (vamos a suponer que lo son; ya que soy matemática voy a sentar esta base así, porque me mola para trabajar: es fácil) que se cuelgan de MI botón de seguidores y... ahí... ahí termina toda nuestra relación. Santo cielo, ¿cómo osáis? Una dama de alta cuna, recatada y decente como yo, permitiendo que se cuelen en su dormitorio toda clase de desconocidos que, no sólo no le dirigen la palabra, sino que clavan sus ojos desde las sombras para observar todos sus movimientos en la suave danza del sueño que le desplaza de un lado a otro por entre las delicadas piezas de tela que conforman la cama. No, no, no. ¿Entendéis que no pueda permitir semejante comportamiento, verdad? Sois chicos y chicas listas, sé que lo hacéis (y si no... pues nada, espero que al menos sepáis cual es el antónimo de listo).

En fin, como sé que andar caminando entre metáforas es muy angusioso (últimamente he trabado cierta amistad con una humanista que aprovecha para hostigarme así cuando le viene en gana; sospecho que disfruta haciéndolo), y como ya ha quedado tan bonito y tan poético el post, lo diré en castellano puro y duro, para que todos nos entendamos. Que casi estamos en familia, oye.
Algunos coleccionan sellos, otros chapas y otros pobres desgraciados dados con los que jugar al rol... pero, ¡joder!, todos coleccionan seguidores. Gente que ni puta idea de quién es pero mira, mira qué bonito hacen engordando el número de la lista de personas que leen las cuatro letras mal puestas que las manos propias tienen a bien poner. Es que decoran tanto... es que te hacen sentir tan querido y popular...

¡Pues no, maldita sea! Y como me jode tanto que siempre estéis predicándome al oído que hay que hacer algo para cambiar las cosas, llenándome la cabeza con vuestros discursitos efervescentes como pastillas y llenos de grandilocuentes mensajes moralistas (¿de verdad os creeis que por ser una magnífica crack en computación y demás ciencias no voy a entender de letras? tomad esta piedra y golpearos, porque os lo merecéis, ¡soy un híbrido perfecto!), y visto que casi ME LINCHÁIS cuando se me ocurrió proponer lo de las licencias, pues voy a llevar a cabo esta protesta que no necesita de vuestra ayuda para llegar a buen puerto (no se puede confiar en vosotros... menuda decepción me llevé, sí...). Voy a borrar de mis seguidores a todos esos señores y señoras que no dan señales de vida. ¿Por qué? Pues a ver... obviamente porque me gustaría reivindicar con semejante acción mi total y absoluto rechazo a la práctica de tener ciento dos mil seguidores no puede ser: es demasiado poco retorcido para una mente como la mía. Así que nada, podéis pensar en mí como una especie de elitista frustrada, un personaje atormentado y resentido que repta hasta el ordenador y teclea con furia todo lo que quiere vomitar sobre un pedazo de papel digital.


Ah sí, mucho mejor, dónde va a parar. Ahora puedo descansar tranquila.



Buenas noches. 


Y Kerry es un borracho. Habráse visto.

4/8/11

Nightmares


So what if you can see the darkest side of me?
No one will ever change this animal I have become 

El último ramalazo de energía y excitación empieza a abrirse paso con la devastadora fuerza de un derrumbe. Tan suave al principio que, al llegar el pleno grito de la naturaleza, ensorcedemos con su agónico chillido banshee.
Chuparemos hasta la última gota de sangre que se nos ofrece, no albergueis dudas acerca de esta cuestión. El poder se concentra en las manos desnudas, en los dedos frágiles por cuyos bordes apenas asoman uñas, falanges que aprietan su piel y escasa carne contra el plástico artificial medio de todos sus fines. Existimos de prestado, entregando suplicantes un puñado de horas que se hilvanan perfectamente en el agujero de los días a cambio de vivir en una historia suya. Y cuando se acerca la hora, ésta hora, todo lo demás pierde valor. Sólo los ojos cansados y las muñecas flojas, el temblor que recorre el hombro y muere renqueando en las yemas de los dedos es capaz de detener el ansia de sangre, el ansia de vida. Entonces regresamos, cayendo rendidos en cualquier rincón, apretando egoístamente nuestros ateridos cuerpos expuestos a la esclavitud de un sistema de frío aire acondicionado. La carne llama a la carne; retozamos sobre el mismo suelo hasta que los huesos de las rodillas se pelan y las coxis renquean un último y sonoro estertor. Calientes y satisfechos, viajamos a un lugar que no existe donde tampoco nosotros existimos, sabedores de que unas horas más tarde volveremos a mudar de alma, de cuerpo, de vida y de historia.


Y me apuesto mis preciosos dedos de programadora a que no habéis entendido ni jota... pero el texto es de alguna forma bonito, isn't it? Que cada cual lo interprete según guste.

8/7/11

Light me up tonight

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Viajar nunca me ha llamado demasiado la atención. Y eso que he llegado a conocer a un montón de personas a las que viajar les apasiona. Han hecho delicias mis oídos con sus peripecias, nos hemos reído hasta sentir la barriga dolorida con sus múltiples anécdotas y me han maravillado con sus fotografías. Muchos me han traído también recuerdos de aquellos lugares que un día pisaron, y siempre lo he agradecido mucho. El souvenir que cierta persona me trajo de su paseo por Italia sigue colgado en mi corcho, resistiendo contra viento y marea los miles de cambios de humor que me hacen recolocar, tirar y renovar lo que allí muestro. Como ya veis, otro ha pasado a formar parte de la humilde familia de mi llavero, junto a lo que quedó de la cadenita de la Oblivion (Aaaay... ¡malditos todos, con lo bien que me había salido la corona!), el ratoncito de la vacaciones de una de las gemelas y el malvado Shinichi-conejo que improvisamos el año pasado en lo que nos traían el Birth by Sleep para Rei-chan (recuerdo que hubo un momento de absoluta desesperación en que nos hubiéramos comido al dependiente por retrasar y retrasar la puñetera entrega). La cuerdecita que me ata el tobillo es aún más reciente que esta última adquisición que acabo de comentar... o la bolsita tan graciosa que me trajo Nini de su viaje a China, donde guardo mis videojuegos de la NDS y derivados (¡muchas gracias! ^w^).
Bueh, ahora que lo pienso, ¿dónde demonios están mis cosas? ¿todo lo que uso son regalos? JA, primera muestra irrefutable de mi adorabilidad, pues.

En fin, estaba diciendo que a mí lo de viajar nunca me ha llamado la atención. Quizás se deba a que desde que era una cría enana y llorica mis padres me han estado arrastrando por todo el territorio español (excepto por las islas, ¡mecachis!) para que lo conociera, o a que algo funcione ciertamente al revés en esta cabecita mía, pero... no sé. En esencia, todas las ciudades me parecen iguales. Las casas siguen teniendo cuadro paredes, las iglesias vidrieras y bancos, por las carreteras circulan coches, y las personas que veo no me parecen en absoluto diferentes a mí. Todas con dos ojos, dos brazos, dos piernas... si es que, qué manera de arruinarme la diversión. Jojo.
Bueno, ahora hablando en serio. Me parece asombroso poder plantarme en la otra punta del mundo en cuestión de horas, pero al llegar nunca me siento extraña. El suelo que piso sigue siendo mi hogar, digan lo que digan las fronteras que he contribuido a establecer, y caminar por lo que sigo considerando mi tierra no supone para mí nada nuevo. Soy una chica de ciudad, todo lo que sean ladrillos, piedra, cemento, asfalto, cristal... es mi hábitat. ¿Cómo voy a poder sentirme ajena o sobrecogida rodeada de algo que me es tan familiar, de todo lo que he visto desde que he venido al mundo? Naturalmente, cada sitio tiene sus cosas, sus propias cosas, aquellos elementos que sólo se encuentran allí y que sólo podrás ver mientras permanezcas en el lugar. Algunos, os concedo, son realmente impresionantes. Así que aprovecho para, amablemente, recordaros que no he dicho que me desagrade viajar... sólo que no es algo que esté muy arriba en mi lista de prioridades. Disfruto como todos.

Sin embargo... mmh. Este verano, probablemente, haré la mochila y me marcharé a visitar por segunda vez esa ciudad que me enamoró a primera vista. Y desde entonces, desde que aquella idea empezó a tomar cuerpo, he estado experimentando unas sensaciones bastante extrañas. Algunas de ellas son, por supuesto, fruto de los estragos que cierta partida de rol inacabada ha causado en mi ya trastocada cabeza, pero muchas otras son... anhelos de, realmente, querer viajar. Querer estar allí, en sus calles. Querer consultar un mapa debajo de un paraguas, maldiciendo la lluvia que echará a perder mi perfecto alisado, tomar el té en una pomposa taza de porcelana estirando el meñique, bordear las orillas del Támesis en una bicicleta prestada (¡en busca del Ensueño...!), o ir a cierto lugar que no puedo revelar porque cierta persona tiene la mala costumbre de leer lo que escribo. Y claro, el secreto tiene que ser secreto hasta que nos montemos en el tren. En fin, como sea. El caso es que empiezo a tener muchas ganas.

Apenas me queda una cosa que decir. Venido directamente del Fin del Mundo, de esa exhuberante tierra que fecunda la magia de la naturaleza para hacer de su emplazamiento algo diferente del resto de las urbes de la tierra... a este precioso animalito negro, yo tengo que llamarle Kerry . Es un nombre que me trae a la mente dos pensamientos diferentes. Claro que... por el momento, no puedo decidir cuál me gusta más.

18/6/11

Smile for me



Esa sonrisa. Esa sonrisa que se te derrama por el rostro, con los ojos cerrados. Esa sonrisa que dice "yo me encargo". Santo cielo, por esa sonrisa yo podría hacer que esta bola que llamamos mundo girara corriendo a toda velocidad.
No me malinterpretéis, no soy una persona de sentimentalismos (todo lo que me dieron de fría lógica debieron quitarlo de algún otro lado, ¿verdad?), pero es que, ¡dios mío, esa sonrisa...! Siempre me ha dado fuerzas, ganas de vivir sin tener el tiempo. Por ella bajé descalza los dos pisos que me separaban del portal hasta el acogedor recibidor de mármol blanco, abalanzándome con una pasión rayana en lo salvaje sobre los labios que me estaban prohibidos y que, aún así, me besaron. Dios mío, ¡y qué bien me sentí!

Y es que, con esa sonrisa, mis queridos y queridas lectoras, me oigo latir la sangre en las venas. Esa sonrisa es la aventura de la determinación. Arde como la pasión desatada bajo las sábanas de vuestras camas y arranca la ponzoña de los huesos. Es la llamada de la vida.

Cada vez que la veo... en esos momentos especiales, en los que no te esperas que alguien pueda reaccionar regalando such a beautiful thing to the whole world. Con los ojos cerrados, la nariz arqueada en una pequeña y casi imperceptible arruga, los labios abiertos y los dientes asomando. Me pregunto cómo he podido sobrevivir todos estos meses sin ella. Oh, santo dios, ¿cómo lo he hecho? ¿Cómo, si es precisamente ahora cuando ardo en deseos de volver a verla una vez más? Ahora, ahora, ahora. Ahora la necesito. Es todo lo que necesito para enfrentarme al Fin del Mundo. De alguna u otra manera acabaré allí, lo sé, de alguna u otra manera. Y todo lo que quiero es la reminiscencia de tu boca curvada en ese gesto.

¡Todo lo que necesito!

28/5/11

¡Vaya, vaya!



Encontrarnos ahí, precisamente ahí. En una estación de mala muerte, esperando un tren con destino a quién sabe dónde. Tú, de la mano de aquel muchacho, sentada en uno de esos bancos metálicos que tan jodidamente fríos están en invierno, y yo, arrastrando mis ojeras, recién salida de las escaleras mecánicas. Llevaba puestas las gafas y, claro, te costó reconocerme. Pero mis brazos se movieron como locos en un alarde de efusividad (tan impropio de mi serio y respetable temperamento, me gustaría añadir), intentando llamar la atención de ese ser humano enfundado en una camiseta amarilla de tirantes en que resultaste haberte convertido. Yo sé por qué nos echamos a reír como dos estúpidas... pero ni tu compañero ni la gente que me acompañaba parecía conocer el motivo. Yo sé que me despedí sin muchos miramientos de ellos para irme contigo, contigo y con aquel muchacho tan amable que me presentaste... y sé también que mañana, pasado, me preguntarán por qué. Pero no les diré nada, ya lo sabes.

Y si el tiempo pudiera medirse en palabras, lo que pasamos los tres encerrados en ese vagón, comodamente sentados, sería un intervalo muy grande. Me empapé de todo lo que me contaste, te conté todo lo que esta boca traidora quiso revelar. Quizás más de lo que a mí me hubiese gustado... pero, en cualquier caso, ahora.... ¡ahora qué más da!

Como en los viejos tiempos, amiga. Como en los viejos tiempos.
 

22/5/11

Do not disturb me


My daddy use to say I knit when I'm nervous.
¡Pero es mentira! Como si alguien, algo, pudiese perturbarme. Ja... no me hagas reír.

Las noches en calma me gusta mirar por la ventana del salón. Es un placer que no obtengo cuando hay tormenta, cuando la lluvia viene a lamer el alfeizar y los truenos me llaman con su inconfundible crujido. Cuando hay tormenta vuelvo a ser una hechicera; la sangre se me excita en su prisión de venas, burbujea y al final se derrama como un sentimiento más.

Las noches en calma es distinto. Me arrodillo en el sofá, me cuelo a través de la cortina, asomo la naricilla por la ventana abierta. No se oye ni un ruido, apenas algún que otro coche despistado, y pasan casi de puntillas. Las noches así me gusta pensar en silencio. Dejar que el gato me siga, se suba al respaldo, restriegue su lomo contra mi mejilla y salte al alfeizar. Y que me roce con su hociquito sonrosado, como diciendo ¿qué haces aquí, mamá? Esta ventana es mía. No puedo evitar sentir tanto amor. Toneladas de amor. Shinet, el gato de ojazos heterócromos.

Hoy he pensado que... que ya está. It's over. Que da un poco igual lo que haga o cómo me relacione.


Y que soyunaisla. Soyunaisla, soyunaisla, soyunaisla. 


¡Ay, pobre del que diga lo contrario!

30/4/11

Catacrack


Me ha costado en torno a diez, diez largos años poder ver la película hasta el final. Puede ser que, debido a mi corta edad en aquella época (que era representable con tan solo una cifra), no haya podido evitar revivir las mismas emociones ahora que soy mayor. Pero es que es tan triste. Tan triste. Pensaba, cuando acudía a mis recuerdos, que exageraba al considerar que era la película más triste que había visto nunca. Ahora no estoy de acuerdo.
Y tengo un problema, puesto que aún me quedan unos cuantos ejercicios de árboles por terminar. Pero... ahora no puedo hacerlo. Ahora no puedo programar. Ahora no puedo darle vida a nada, a nadie. ¿Cómo podría? 

Si alguna vez habéis experimentado la mayor sensación de plenitud al llevar a cabo una actividad comprenderéis qué es lo que significa para mí programar. Pero si también habéis experimentado un sentimiento descorazonador, asolador, un sentimiento como una tormenta gélida que borra todo calor, al haber comprendido lo terrible, la monstruosa abominación en que esa tarea puede llegar a convertirse... entonces, bueno, entonces a esta copa invito yo.

Sólo puede romperme una y otra vez el corazón. Porque no hay consuelo final, no hay moraleja, no hay segundas oportunidades. Sólo vida que no puede cambiarse. El presente.


Said I wouldn't call, but I'm a little drunk... and I need you now.

30/3/11

¡No sé por qué lo he pensado siquiera!

 
No sé por qué, pero ea, ya está bien de tanta memez. Este mismo fin de semana me calzo los patines y me voy a patinar tan ricamente. Si no hay nadie en este ancho, largo y vasto mundo que quiera hacerlo conmigo... qué demonios, ¿y a mí qué me importa?
La gente vive obsesionada con la soledad, con el "morirás solo y rodeado de gatos" (frase a la que nunca le vi sentido, ¿qué habrán hecho los gatos? Si son adorables... No, no es una pregunta. Vamos, repítelo. Repítelo. Eso es, así me gusta), y, aunque me joda una y mil veces tener que admitirlo, creo que últimamente he estado experimentando esa estúpida forma de pensar. ¡Argh! Disculpadme, voy a empezar a vomitar sapos y culebras. En tres, dos...

Me di cuenta este mismo lunes. Patricia, mi genial compañera de proyectos, y yo estábamos en Programación Orientada a Objetos, haciendo bailar a las excepciones a través de balazos de teclado, cuando, de repente, nuestro maravilloso profesor se molestó en cruzar la enorme clase alicatada hasta el techo de ordenadores para ir a nuestro sitio. Me temblaron hasta las gafas (que, en ese momento, llevaba por hacer el chorra) y me apresuré a hostigar a mi compañera a cerrar tuenti y demás páginas no recomendables en horario lectivo justo antes de ser consciente de que era yo misma quien empuñaba el ratón. Dicho y hecho, el profe se acercó, echó una ojeada por detrás mientras a nuestras espaldas les castañeteaban los dientes y, acto seguido, nos llamó la atención. Pero lo que aquel hombre quería hacer era felicitarnos. Un diez en la primera práctica, aquella en la que teníamos que modelar una universidad. Un proyecto fantástico, le había encantado.

Naturalmente, ya sabíamos que teníamos un diez porque habían colgado las notas hacía días, pero oírlo de su boca fue algo más que reconfortante. Fue tan agradable. Lo fue tanto que se convirtió en demasiado. Me di cuenta, caprichosas sinapsis neuronales, justo en ese instante de hasta qué punto había dejado que esa forma de pensar se hiciese un hueco en mi mente. No sé por qué, o quizá sí y no os lo vaya a decir, pero... it's over, baby. Aquí no te quiero.

Y, para celebrarlo, me voy yo sola. Y a patinar.

6/1/11

Let me show you what you are missing


Pero bueno, vamos a ver ¿quién quiere empezar el año con buen pie? ¿Quién, si es mucho más divertido empezarlo dando guerra? Espero que os estéis preguntando qué maravilloso demonio me ha poseído esta vez, porque ahora mismo voy a proceder a contaros qué me impulsa exactamente a pronunciar semejantes frasecitas. Estoy segura de haberlo dicho ya un buen millón de veces, pero... qué coño, el palo de pegar no va a volver a su sitio hasta que empiece a notar que mis palabras dan resultados.

Ya somos mayores. Hemos dejado atrás la inocencia de la niñez y la inseguridad de la adolescencia, algunos con mayor acierto que otros, todo sea dicho, pero de alguna manera todos estamos atravesando ya las puertas de la vida adulta. Y yo creo que nos ha llegado la hora. 
Puede que piense esto porque sea muy dada a torcer el morro, se me caliente la sangre con la misma rapidez que una chispa hace saltarlo todo por los aires, tenga una paciencia selectiva o porque mi herencia me ha dado el temperamento de los leones del Athletic. Por el motivo que sea, yo creo que ha llegado la hora de cortar las cuerdas que mantienen a raya la esencia que hay en cada persona. Qué más da si sois creídos, gruñonas, superheroínas, cabezotas, guerreros, hiperactivas, orgullosos, entregadas, apasionados, curtidos, quejicas, descaradas, nobles, DIFERENTES ... si habéis nacido con el don de la palabra escrita, de la oratoria, con mano para la pintura, para diseñar interiores, para levantar edificios, para enseñar a generaciones venideras, para continuar y engrandecer el legado musical... ¿Que más da, sinceramente?

Me incomoda sobremanera conocer un millón de clones que carguen en su sistema operativo los comportamientos admitidos para según que situaciones. Que una cosa es ser diplomático y otra muy distinta es esto de lo que os hablo. Me encantaría conoceros de verdad, aunque fuese un primer vistazo. Así que a ello os animo. Atreveros a ser vosotros mismos, que siempre habrá personas como yo más que dispuestas a mantener una conversación distendida con la originalidad tan única que pocas veces permitís salir al exterior.

12/12/10

It's all about you


Hace mucho tiempo que vengo arrastrando una carencia importantísima en mi interior. He sido consciente de ello en ocasiones, cuando aquello era ya incontenible y no había forma humana de refrenar el deseo. Era tal mi agonía al no encontrar lo que necesitaba en ese momento, al no tener nada a mano que supliera mi carencia, que muchas veces estuve tentada de caer en el lado oscuro de la vida. No es que no haya estado allí ya, claro, pero...

Sí, queridos y queridas lectoras, os hablo de... mi incontenible deseo de escribir. Con el foro totalmente fuera de combate (no nos llamemos a engaños, es así) y sin los esporádicos episodios fuera-de-todo-tiempo-y-lugar que a veces escribía con Niwa, me he quedado más solita que la una. Y os preguntaréis, ¿qué más da que no haya nadie más escribiendo en este momento, si la necesidad la sientes tú? Ah, queridos y queridas amigas, veréis... ahí es donde nos topamos con un pequeño problemita. A pesar de lo mucho que me guste escribir, rara vez lo hago sóla. ¿Por qué? pues ni idea, pero para escribir algo más que un par de líneas yo sóla... bueno, ya tiene que ser fuerte mi necesidad de comunicación. Un buen ejemplo de ello es cuando escribí aquella historia yaoi (aunque nunca imaginaríais el motivo que me llevó a ello ¬w¬).

El caso, que nos estamos desviando, es que echo muchísimo de menos a mi querido, cabezota, irascible e irresistible muchachote. Hombretón, como diría Natsu. ¿Ya sabéis de quién hablo, verdad? Por supuesto, no podría ser otro que Shinichi Sanagawa (avisadme cuando el mundo deje de girar en torno a él por favor, será algo que apunte cuidadosamente en mi diario).
Y es que, normalmente, solía darle quebraderos de cabeza a todo el mundo menos a mí. Mis días echan en falta su arrogancia y su soberbia, el sonido de su espada contra los sais de Natsu y los posteriores gemidos y jadeos entre las sábanas de cualquiera de sus camas, ese saber ponerle en su sitio que tiene la lengua de Kyoko, la rivalidad mal disimulada que se trae con Yoru... No os imagináis las ganas que tengo de volver a oirle bufar, gruñir, refunfuñar, maldecir, insultar, verle cabreado, irritado, molesto, a punto de explotar, explotando. Quiero que vuelva a empuñar la espada y se vaya a repartir allá donde se precisen sus habilidades, quiero descubrir todo cuanto pueda sobre él, explotar su personalidad y su carácter para hacerle crecer. Quiero que recuerde quién fue para darle un pasado y que decida quién quiere ser para que tenga un futuro. Otro, porque cada vez que escribimos cambia ese futuro final.

Ah... pero, sin duda, lo que más echo de menos, más que todos esos deseos que he escrito...es la vida que le llego a dar cada vez que posteamos una historia colectiva. Así que no me andaré con rodeos: estoy en plena cuenta atrás para los exámenes y mi creatividad ha aumentado como si de una función exponencial se tratase. Necesito escribir. La capa de administradora oscura está cogiendo polvo y tendré que enfundarmela antes de que sea demasiado tarde. La pregunta es... ¿Todavía hay alguien interesado en esto de escribir todos juntos? La verdad es que tengo muchas ganas de manejar a Shinichi, pero después de las últimas conversaciones vía msn tampoco me disgustaría empezar un nuevo proyecto de cero. 
Una buena historia es justo lo que mi imaginación necesita.


[/indirecta mode On] ¡Y no lo olvidéis, aceptamos gente nueva! :D [/indirecta mode Off]

11/12/10

Here is your prize



Sin saber muy bien cómo ya ha llegado diciembre. Apenas me quedan dos clases a las que acudir y habrá terminado este primer cuatrimestre de mi recién empezado Grado en Ingeniería Informática. No es que haya sido un cuatrimestre muy cómodo, siempre estresada (a mí manera, todo sea dicho) con fechas límite y trabajos, siempre con mil ideas, retoques y mejoras rondándome la cabeza para algunos de los proyectos de programación, siempre inmersa en ese tira y afloja con la pereza y la vagancia que nacen de la desmotivación...
En fin, que este cuatrimestre ha significado un suspiro y ahora tengo en mi poder montañanas de información por procesar y comprender y muy poco tiempo para hacerlo.

A raíz de este último suceso he vuelto a reflexionar acerca de  un tema que tenía ya muy mascado. Desde que tuve uso de razón y a medida que pasaban los años e iba absorbiendo conocimiento con el que ir empapando esta esponja que tengo por cerebro, iba siendo cada vez más consciente de una dura realidad: la ignorancia. Paradójico que cuanto más conozcas más ignorante te pienses, pero no por ello menos cierto. Y, si mal no recuerdo, creo que mis palabras ya fueron enunciadas por Sócrates en su momento a través de la frase "Sólo sé que no sé nada".

El caso es que, viviendo en un barrio obrero durante toda mi vida, creo saber un poco, sino bastante, acerca de la ignorancia. He sido, y soy testigo todavía de hecho, de millones de patadas al diccionario, redacciones pésimas, de personas que defienden y repiten como loritos consignas acerca de las cuales no saben nada, del desprecio por la lectura y el conocimiento, de continuas cuestiones hacia el aprendizaje y todo el esfuerzo que conlleva... y un largo, largo etcétera.

¿Cómo afrontar esto? Porque parece que al llegar a una determinada edad te está vedado preguntar. Recuerdo que cuando era una niña y preguntaba el significado de palabras que no conocía o de cualquier otra cosa sobre la que no tuviera información alguien me lo explicaba detalladamente y las veces que hiciera falta. A día de hoy, que no soy ni por asomo el cúlmen de la inteligencia y el conocimiento, todavía hay muchísimas cosas que se me escapan, pero cuando las pregunto, tras la explicación siempre he de lidiar con el reproche o la mofa de turno. No importa, no voy a dejar de instruirme por tener que soportar unas cuantas pullas, pero pensad en toda la gente que aún tiene en su cabeza el miedo a lo que otros piensen de ellos. La gente que no lleva una camiseta porque ese año ese color no se lleva, o que se muerde la lengua por conservar unas cuantas amistades hipócritas. Llegará un día en el que no vuelvan a preguntar más, un día en el que el goteo de información se corte y sólo quede el silencio de los libros, manuales y otras obras de consulta para sus preguntas. Es triste, pero pocos se tomarán la molestia de aprender.

Y es que cada vez que alguien habla por hablar o critica SIN un mínimo de información acerca del tema que está tratando (información contrastable, por supuesto) y hace llegar al público sus palabras, ha de ser muy consciente de qué demonios es lo que está lanzando al aire para que otros lo miren. Depende de lo que haya dicho, eso puede explotar como una bomba o ser un simple avión de papel que pasa desapercibido. Y con esto no estoy diciendo que tener y expresar la opinión de cada uno sea malo, no. A lo que yo me refiero es que no hay que revestir las palabras con ese aura de magnanimidad y axioma incuestionable con el que a menudo se nos presentan. Porque, por desgracia, no todo el mundo ha podido acceder a una enseñanza primaria, secundaria o a estudios superiores. No sabemos hasta dónde llegaran las palabras que decís, que decimos, escribimos o publicamos, pero nuestra es la responsibilidad de todas y cada una de ellas. Influirán, o no, en el pensamiento de alguna persona, y el cambio que de ello derive puede convertirla en un ser más desgraciado o liberarla de alguna carga...

Joder, que a veces somos muy poco conscientes de lo manipulable que puede llegar a ser la mente humana. Tenedlo en cuenta, navegantes.



And here is your prize... "Fools rush in where angels fear to tread".

28/11/10

Atrás, manos largas




A lo largo de un día, semana o mes cualquiera oigo muchas voces. Y algunas de esas voces me llegan a los oídos sin terminar de comprenderlas. No creo poder hacerlo mientras piense lo que pienso en determinados temas.

¿Nunca os ha emocionado un libro, una película, un videojuego, un cómic, un cuadro o cualquier otra manifestación artística? ¿Nunca habéis sentido esa liberación en forma de fuego abrasador despertando en vuestro interior? ¿Nunca?
Pues yo sí, tantas veces que mi cerebro no es capaz de recordar la cifra. Me he emocionado y he bebido el fuego de la fuerza que esa emoción ha conseguido transmitirme. Gracias a eso he sido capaz de crecer como persona, madurar y orientar mi vida. Son esos momentos los que me han hecho lo que soy y lo que fui. Y estoy segura de que vosotros, a vuestra única manera, también habéis sentido lo mismo: ser capaces de coronar la cima del mundo con vuestra bandera.
Entonces, ¿por qué? ¿Por qué los hacedores se empeñan en castigarnos, amenazarnos, perseguirnos e incapacitarnos cuando les da la santa gana? Tristemente, a lo largo de mis diecinueve años he conocido, directa o indirectamente, a muchísimos autores de manifestaciones artísticas que han cometido semejantes actos.

Entiendo y respeto que haya quien viva de sus libros, películas, pinturas... y que, a cambio de su trabajo, espere una remuneración. Yo misma, de mayor, espero poder ganarme así la vida. También he de decir que yo, como escritora y dibujante ocasional, también he colgado mis "obras" para el uso y disfrute de quien quisiera. Por eso mismo no entiendo que los propios autores me impidan disfrutar sus obras. No entiendo por qué si, visitando Devianart me enamoro de uno de los dibujos y quiero ponerlo de fondo de pantalla, imprimirlo como poster o meterlo en photoshop y customizarlo para hacer de ello un símbolo más que me represente, tengo que frenarme y admirarlo en silencio, en ese sitio, sin mancillarlo con mis sucios clics del ratón o con mis sucias carpetas contenedoras. No entiendo por qué, cuando un fanfiction me llega tan hondo como para arrancarme un par de lágrimas, no pueda ser posible para mí hacérselo llegar a mis allegados porque no tengo absolutamente ningún permiso para traducirlo al castellano, no digamos ya para difundirlo. Y lo mismo podría decirse de la música, los manganimes&cómics, los videojuegos, series y un largo, largo etc.

Lo que estoy afirmando aquí, estúpidos autores egoístas, no es que os vaya a quitar el pan de la boca, ni el crédito de que ese algo sea propiedad de vuestros cerebros. Siempre tendréis el reconocimiento, siempre. Pero cuando algo que habéis hecho es capaz de calar tan profundamente en un ser humano, de obrar en él semejante tormenta de emociones, ¿Cómo podéis seguir pretendiendo que ese algo sea, por entero, vuestro? 
Lo siento, pero me considero más público que autora, y en calidad de tal os voy a decir lo que quizá sea la única verdad que he llegado a entender con los años... 

En el preciso instante en que vuestras obras consiguen hacernos sangrar, justo en ese preciso instante, habremos quedado irremediablemente unidos para siempre. No importa que ocurra después, ni lo tormentosa que sea nuestra relación con vosotros, que habéis creado un arma capaz de hacernos doler tan profundo... no importa, porque en ese momento nosotros no sangramos líquido, sangramos fuego. Quema profundamente, y eso es algo que, una vez probado, jamás, jamás nunca se olvida. Así que atrás, manos largas. Esto también nos pertenece a nosotros.

2/11/10

Fuck off

Y que siga habiendo gente que no pueda evitar sonrojarse cuando traen a primer plano lo que es. Que se avergüence de ello, que siga pensando en el qué dirán. Que intente ocultarlo, esconderlo, taparlo, fingir.


Pues por mí... 

¡PUEDEN ESCRIBIRLO CON LETRAS DE NEÓN EN EL CIELO!






Si me disculpáis... estimo que me quedan menos de ochenta años de vida que no, obviamente NO pienso desperdiciar en gilipolleces como esa.

24/10/10

Queer as Folk

ADVERTENCIA:
Artículo libre de spoilers.

Pocos serán los que sepan que, en algunas parte del norte de Inglaterra, existe una expresión dialectal tal que dice así:
"There's nought so queer as folk."
Y menos aún conocerán su significado. Por suerte, yo me encuentro entre los afortunados a los que el destino ha sonreído. Si tú, querido o querida lectora, también conoces su significado, enhorabuena. Sino... no te preocupes, ahora mismo lo comprenderás. Superficialmente, eso sí, porque tendrás que llegar a tus propias conclusiones sin contar con mi inestimable coacción ayuda.
 


"There's nought so queer as folk" viene a significar en nuestro idioma algo así como "No hay nada tan extraño como la gente". Sin embargo, el término "queer", en inglés, es una palabra polisémica. ¿Y a qué no adivináis qué otro significado tiene aparte de "extraño"? Premio, "maricón".
¿Lo habéis adivinado otra vez, verdad? Entre el título de mi entrada de hoy y esa expresión dialectal inglesa hay un juego de palabras. 
Pero... ¿por qué?



Porque Queer as Folk, señoras y señoras, aparte del nombre de mi entrada, es una serie estadounidense producida por Showtime y Temple Street Productions.

"Igual de maricón que el resto del mundo", "Igual de extraño que los demás", ese es, efectivamente, el juego de palabras entre el nombre de la serie y la expresión inglesa antes citada. ¿Y por qué os hablo hoy de ésta serie en particular? ¿Mejor aún, por qué no os hablo de alguna de las series de anime, de los propios mangas, que tanto me han marcado y que tanto me siguen gustando? ¿Por qué no de los títulos de videojuegos que guardo como oro en paño en mi estantería...?

Porque Queer as Folk cuenta una historia diferente. Ha roto el medidor de fuerza e impacto en un tema tan extraño como el que más. Queer as Folk aborda uno de los temas que, aún hoy en día, más siguen preocupando a ese señor de blanco (y otros tantos, por desgracia) que vive en el Vaticano: la HOMOSEXUALIDAD con mayúsculas.
Es una serie transgresora, agresiva, fuerte, extremadamente sexual y con críticas tan duras que serían capaces de rayar un diamante. Presenta la realidad de la vida de un grupo de personas homosexuales tal y como es, sin cortarse un pelo, relatando las peripecias de sus protagonistas en el transcurso de los días en un mundo tan normal como el nuestro.


A pesar de que me encantaría describir detalladamente el intrincado mundo de Queer as Folk ya me he comprometido a no hacer ningún tipo de spoiler, así que voy a limitarme a presentaros a sus ocho protagonistas. Y si alguno de los ilusos presentes esperaba que empezase con otro que no fuese Brian, siento cargarme sus expectativas. Una tiene sus prioridades muy claras.



Brian Kinney
Brian Kinney es el sexo de Pittsburgh, el sexo homosexual de Pittsburgh, y él lo sabe.
Tiene 29 años y es publicista, inteligente, rico y atractivo hasta la saciedad. Su autoestima sólo es superada por su descomunal ego y su elegante y nada disimulada forma de llevar su narcisismo. Vive para sí mismo y no le rinde cuentas a nadie: hace lo que quiere, cuando quiere y con quien quiere. Abusa del alcohol y las drogas, de las noches de fiesta y de los cuartos oscuros de las discotecas y las saunas, y siempre, siempre, llega al trabajo indemne, fresco como una lechuga y enfundado en sus mejores trajes de Armani. Con los hombres, él lleva el control; elige, folla y hasta la próxima, aunque nunca repite con el mismo. Prefiere la honestidad del sexo a la deshonestidad que tarde o temprano conllevan las relaciones y el amor.

Brian es uno de los personajes de mayor impacto en la serie. Ácido, arrogante y descarado, a quien no le importa escupirte su pensamiento en la cara, y quien por ello tiene una gran influencia sobre los demás. 
La repercusión de este personaje es tan fuerte y llega tan lejos que una servidora piensa que Brian es el único hombre sobre la faz de la tierra capaz de hacer desear a una mujer ser un hombre, ser gay, y ser el afortunado amante de Brian Kinney por una noche.




Michael Novotny
Michael Novotny es el mejor amigo de Brian. Se conocen desde la infancia y tienen una relación muy estrecha, tan estrecha que Michael no puede evitar sentir por él una ferviente admiración que, en ocasiones, desemboca en algo más, algo que tiene una chispa sexual muy poco propia de personas que se consideran el uno al otro como hermanos.
Michael tiene 29 años y trabaja en un supermercado, es un soñador y un gran amante de los cómics. Su héroe indiscutible es el Capitán Astro, aunque Brian Kinney siempre ha estado ahí para hacerle sombra gracias a una cualidad que vence a cualquier superpoder: su mera existencia.
Michael es ese chico que tiene cara de bueno, un amigo leal y un apoyo y defensa incondicionales. Tiene una sonrisa preciosa y un corazón muy grande. Frecuenta los bares y discotecas junto a Brian y a sus demás amigos.




Justin Taylor
Justin Taylor representa al adolescente cuya verdadera orientación sexual está a punto de despuntar y salir a la luz. Este joven de tan sólo 17 años florece explosivamente al colocarse por casualidad en el campo de visión de Brian Kinney; es entonces cuando descubre el significado del sexo y se deja llevar por la fantasía del amor. Justin es la lucha y la perseverancia, el no desfallecer, y es quien le da a la expresión "lucha por tus sueños" otro significado. Desde el primer momento en que es consciente de quien es y quién quiere llegar a ser, ni su homófobo padre, ni sus homófobos compañeros, ni el homófobo mundo en que, de repente, parece haberse convertido su vida, podrán pararle los pies. Porque cuando Justin comienza a madurar y a dar forma a sus ideas, ni siquiera Brian Kinney es capaz de detener el torbellino de esa determinación con la que cuentan los jóvenes.




Emmett Honecutt
Emmett Honeycutt nació siendo una diva, siempre prefirió la purpurina a los guantes de boxeo y no siente ningún tipo de remordimiento al admitirlo. Es el compañero de piso de Michael y trabaja en una tienda de ropa. Es extrovertido, valiente y cariñoso, una mezcla que da lugar a un carácter con acento único y diferente. En su armario no hay lugar para la discriminación de colores o cortes, y siempre luce unos modelitos atrevidos que forjan, aún más si cabe, su personalidad. Sin embargo, por muy negras que sean las circunstancias, todos saben que siempre podrán contar con su consejo y el de la tía Lula.




Ted Schmidt
Ted Schmidt es el mayor del grupo, un contable con una vida ordenada y un piso sobriamente decorado que es amante de la opera y de la pornografía. Es un hombre con muy poca autoestima que rara vez consigue ligar con alguien y que se deprime con facilidad. Envidia y desea a Brian en secreto (pero seámos sinceros, ¿quién no?). A pesar de su carácter derrotista, sus amigos siempre intentan animarle para que se atreva a dar el paso, arriesgar y ganar. Ted, sin embargo, intenta mantener lo que ya ha conseguido en su vida.






Lindsay Peterson y Melanie Marcus
Melanie y Lindsay son una pareja lesbiana estable. Melanie es abogada, es dura y fuerte y no aguanta a Brian. Lindsay es marchante de arte, adora pintar y tiene grandes dotes para ello, además de ser quien descubre en Justin a un verdadero artista en ciernes. Ambas son las madres de un preciosos bebé alumbrado por Lindsay, y por ello tienen que luchar día a día con la discriminación homófoba de quienes piensan que dos mujeres son incapaces de sacar adelante un niño. Forman parte de las amistades del grupo de chicos, a quienes se sienten muy unidas. Acostumbran a llevar una vida más ordenada, olvidando las fiestas y excesos de la despreocupada vida de solteras, ya que ahora un bebé depende de ellas.


Debbie Novotny
Debbie es la madre de Michael, una madre muy poco al uso. Es una mujer fuerte, con una mente extremadamente abierta y tolerante, mucho humor y mucha mala leche cuando se requiere. Debbie ve en los amigos de Michael una gran familia de la que cuidar y siente un apego muy especial por todos. Es la única persona capaz de coger por las orejas a Brian y hacerle reflexionar, y la camarera más dicharachera del Dinner. En su casa siempre hay espacio para quien lo necesite, un gran plato de macarrones con atún, y, por supuesto, condones.




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Sí, indudablemente es una serie que no podéis dejar de ver. Romperá con vuestra visión del mundo hasta el momento. Queer as Folk es una serie que me gustaría recomendarle a todas y cada una de las personas que conozco y que conoceré en el futuro, porque nos acerca de una manera muy humana al mundo de la homosexualidad, tan desconocido para la mayoría, a través de unos personajes muy atrevidos y que, por muy estereotipados que parezcan al primer vistazo, romperán con vuestros esquemas de una u otra forma.


Pero no os fiéis de mi palabra. Comprobadlo por vosotros mismos.

Queer as Folk online


¡Ahí queda!


6/10/10

El dilema de Edward

Jamás me imaginé haciendo una entrada así... pero, hey, nunca digas nunca. Los que habéis coincidido conmigo en algún (como diría Dios) templo capitalista, seguramente me hayais oído hablar de ello de pasada ya que periódicamente suele surgir el tema. Y más ahora, después de un verano tan lleno de presentaciones y socialización varia en la que todos buscamos conocer más de todos mediante numerosos temas y preguntas.

Uno de los libros que más me llegó cuando era una tierna adolescente fue lo que, para mí (y por aquella época), significaba la mejor historia de amor jamás contada. Es cierto que ahora, echando la vista atrás, pienso en lo ingenua que era y en lo condicionada que estaba por mi educación (que no es que haya sido machista, pero...) para poder llegar a tal grado de emoción y empatía, pero también es cierto que por aquella época, fue esta obra la que consiguió aquello que sólo los buenos libros consiguen: atrapar por completo a una persona. Y ahora es cuando viene la parte en la que huis despavoridos (probablemente a por un cuchillo o cualquier otro objeto que pueda ser utilizado como arma) porque os revelo el título de dicho libro: Crepúsculo.

No os equivoqueis, no voy a escribir con humildad las siguientes líneas. No va a haber disculpas o justificaciones bonachonas, porque la verdad es que no siento que deba estar arrepentida por ello. Yo también me enamoré de Edward. ¿Cuánt@s de vosotr@s podéis expresar semejante afirmación (en el caso que fuese cierta, por supuesto) en voz alta a día de hoy sin complejos? Pocos, ciertamente.
Sin embargo, y antes de que vayais a tacharme de algo, también he de decir que jamás he sido una "crepusculera". Ni he mojado las bragas con Edward, ni le he pedido a mi pareja que me muerda el cuello (en sentido vampírico, claro está), ni he deseado implantarme colmillos artificiales, ni un largo, largo, largo etc. Pero ya hablaremos de esto más tarde.

Si estoy hoy aquí, sentada al teclado cuando debería estar sudando el catarro en la cama, es porque tengo que defender a alguien que, en algún punto de mi vida, me ayudó a crecer. Pocas son las cosas que me levantaría a defender porque pocas son las cosas (y las personas) que, inconscientemente, han conseguido que les sea leales... pero es entonces cuando hay que ponerse en pie y dar una respuesta.

Desde hace mucho tiempo circulan por todo lugar y espacio numerosas bromas y chistes acerca del "universo crepúsculo". Sinceramente... se lo han ganado a pulso. No porque la imaginación de la autora haya decidido echar a andar por esos derroteros, no, sino por la mierda de adaptaciones cinematográficas que se han llevado a la gran pantalla... y el consiguiente Mierda-Merchandising que han logrado parir de ello. Figuras de Robert Pattison (ni me voy a molestar en mirar cómo se escribe) y la pava esa que interpreta a Bella, camisetas y bolsos, lápices y bolis, estuches y mochilas, libros con la portada de la pelicula... blablabla. Basura. Auténtica mierda comercial que no ha respetado en absoluto a los personajes. Toda la publicidad que se le ha dado al libro ha terminado por convertirlo en un tema cargante y estúpido, reservado a (y cito textualmente) "niñas mojabragas". Gente que ni se ha molestado en leer la publicación original y se permite adjetivar a sus fans con semejantes calificativos (es que siempre me ha parecido tan original (nótese el sarcasmo) lo de tildar a un fan de crepúsculo de "mojabragas" cuando lo único que ocurre a lo largo de la saga es un azucarado romance de cuento de hadas hasta que /SPOILER/ tienen a Reneesme...)

Por eso hoy quería hablar de crepúsculo, porque a lo largo de estos últimos años su autora ha vendido a todos los personajes que una vez fueron importantes para mí por dinero y los ha destrozado. No he podido evitar, ahora que ha salido la parodia de crepúsculo (que iré a ver y para la cual dejaré que me sableen casi diez euros de entrada gustosamente), hacer un esfuerzo por releer los libros de los que apenas me separaba en mi adolescencia. Y digo hacer un esfuerzo porque desde que vi la mierda de película (una y no más; la primera) y contemplé la subida de la "fiebre twiligther" no he sido capaz de leerlo ni siquiera en su idioma original (que le da mil patadas a la traducción en castellano).
En fin, que he estado releyendo el primer libro y me he dado cuenta de algo realmente triste. El dilema de Edward, el eterno dilema de este personaje, siempre ha sido su naturaleza. Algo de lo que quiere desembarazarse y no ha podido, algo de lo que no puede renegar a pesar de sus esfuerzos, algo que sólo con el tiempo y la disciplina había logrado suavizar y mantener a raya. Pues bien, después de todo ese esfuerzo, fruto de décadas y de una increíble fuerza de voluntad, no ha tenido más remedio que resignarse al papel que su autora y todo el dinero que se mueve gracias al merchandising han reservado para él... Convertirse en un auténtico Monstruo.


1/10/10

Game Over

 Me voy a ganar a pulso el título de gruñona, pero... sinceramente, qué podría importarme (sabré exhibirlo con la elegancia que me caracteriza). Ya sea producto de la fiebre o de una necesidad irrefrenable de expresión, hoy voy a independizarme del resto del mundo, del resto de todos vosotros.


Empezar diciendo que estoy harta sería un gran topicazo en el que no voy a caer. Más que nada porque yo no estoy harta de nada, respeto las acciones de los demás del mismo modo que me gustaría que los demás respetasen las mías. No, yo no estoy harta, sólo me siento incómoda. ¿Cuándo? Todas y cada una de las veces que percibo que se hace apología de la normalidad; se me remueve algo por dentro y la temperatura corporal me sube un par de grados.

Francamente, yo no quiero formar parte del resto del mundo. NO quiero encajar en la foto colectiva ni que nadie reserve un hueco para mí en su lo-que-sea grupal.
Yo NO quiero ser una persona normal. ¡Jamás!

Mi intelecto me dice que debería esperar respeto y comprensión por parte de los demás, pero mi sentido común y mi experiencia me dicen "Eh, echa el freno. Pocos habrá preparados para aceptar algo así". No es la situación ideal que hubiera esperado, pero la opinión de las personas que aspiran a ser normales, sinceramente (y sin ánimo de ofender) poco o nada cuenta para mí.


Hasta aquí he podido llegar y no me voy a disculpar por ello. Soy una friki, sí, una F-R-I-K-I, con todas las letras. Para mí, que me repugna el simple pensamiento de una vida completamente normal y mediocre, (y al contrario de lo que significa normalmente para el resto del mundo) la palabra FRIKI no es sinónimo de "algo" DESPECTIVO. Es una forma de decir que ahí os quedais todos, porque lo que es yo... ya me he largado.




Definitivamente, hoy no estoy de humor. Advertidos quedáis.

29/9/10

Fidelidad Vs Lealtad

Hoy, después de un ajetreado fin de semana y principios de la siguiente, me han dado tregua. Esta vez no han sido mis profesores o mis múltiples montañas de deberes y apuntes, sino los virus del sacrosanto constipado que dio sus primeros coletazos allá por el domingo. Yo creo que a partir de ahora esta cosa sólo puede bajar, curarse y desaparecer de una maldita vez. Así que para demostrarle a este virus quién manda, voy a actualizar con algo de lo que me apetece hablar. 
Hace tiempo, en otra entrada diferente, hablé por primera vez de esta idea. Aunque ahora, echando la vista atrás, creo que aquello fue muy light. La idea no estaba del todo madura y tenía flecos que me ponían contra las cuerdas de la contradicción. Ahora parece que por fin le he dado una forma coherente, pero os advierto que muy posiblemente no estéis de acuerdo conmigo. Leed bajo vuestra propia responsabilidad.

Hay tres grandes cosas que pienso del Amor. La primera de todas la voy a explicar en esta entrada, pero en un futuro espero continuar con las otras dos restantes.


Fidelidad Vs Lealtad

Parto de la base de que creo que nuestra esencia la componen nuestros pensamientos (que a su vez dan forma a nuestro carácter), y de que los seres humanos contamos con un extraordinaria capacidad para sentir amor. Parto también de la diferenciación fundamental entre fidelidad, acción que considero impuesta desde fuera; y lealtad, que representa el acto consciente, la elección.


La fidelidad en el amor, en tanto que es algo que te imponen, representa todas aquellas acciones de las que tanto hemos leído, observado, o sido víctimas reales de ellas. Si alguien es infiel en una relación amorosa significa que no ha guardado la "debida" (nótese mi sarcasmo) abstinencia. La fidelidad representa la exclusividad en una relación, la represión porque, según dicen, merece la pena ese tipo de sacrificio por el ser amado.
La lealtad, por el contrario, es la libre elección del respeto. Representa la voluntad consciente y racional de una persona al tomar la decisión de permanecer del lado de esa otra persona con la que comparte un vínculo amoroso. Significa defensa, apoyo, respeto.


Y ahora, una vez definidos los conceptos, mi forma de pensar es la siguiente:
  1. No entra dentro de mi idea de relación obligar a nadie a mostrarse fiel para conmigo. Querer controlar los pensamientos de una persona es repugnante, y si esa persona no es capaz de "ser fiel" a través de su esencia, de su yo más profundo y real, no tengo ningún derecho a intentar borrar su secuencia de pensamiento y querer escribir encima otra nueva: la mía (en el supuesto de que yo creyese en la fidelidad, claro).
  2. No tengo, además, ningún derecho a pedirle a ninguna persona que vaya contra sus instintos más básicos. Si en un momento determinado siente deseo sexual hacia otra persona, ¿por qué exigirle o incluso amenazarle para que refrene su comportamiento? ¿Es acaso esa persona un objeto de mi propiedad? Lo que es más, ¿es acaso esa persona un objeto para que yo pueda atribuirme su posesión?
  3. Desde luego, sin una pizca de lealtad hacia la otra parte implicada, no vale la pena iniciar ningún tipo de relación. Ninguno. 
  4. Ya que el concepto de lealtad no implica por ninguna parte exclusividad, tampoco tengo ningún derecho para interponerme entre los sentimientos que la otra persona implicada en una relación amorosa conmigo pueda desarrollar para con terceras personas. Esto quiere decir que, mientras siga teniendo ese tipo de sentimiento hacia ti y te sea leal, no importa hacia quién más lo profese. Dado que las personas no somos perfectas, no podemos ofrecerlo ni esperarlo todo de otra persona. Buscamos en muchas personas las diferentes cosas que nos completan a nosotros mismos. Esta idea se aplica también aquí de semejante forma.

Creo que no me dejo nada en el tintero. Si lo hago, usaré esa fantástica herramienta llamada "Editar".

22/9/10

Nachismo

Mi primera vez fue cuando tenía 15 años. Estaba en cuarto de la E.S.O y volvía tranquilamente a casa, escuchando música y motivándome con vaya usted a saber qué pensamientos. Recuerdo que me sentía muy bien conmigo misma, en paz con el resto del mundo y con ánimo de disfrutar de lo que quiera que me deparase el futuro.
Iba yo caminando, con mi mochila colgada sobre un hombro, cuando un par de viejecitas cerraron mi paso y comenzaron a hablar mirando y gesticulando en mi dirección. Por educación me quité los cascos y, sin darme tiempo a pausar el reproductor de música, los dejé colgando del bolsillo de mi sudadera. Apenas recuerdo qué preguntas me hicieron, pero sí sé que, y nuevamente por educación, eché mano de las respuestas más diplomáticas que se me ocurrieron. La verdad es que estaba perpleja, no sabía en qué demonios desembocaría aquel diálogo de besugos que estaba manteniendo con un par de desconocidas, pero tampoco podía irme sin más, así que aguanté. Entonces, me dieron una revista con una portada bastante neutra. Me ordenaron que me la leyera y que cuando terminara de hacerlo, no la tirase, sino que se la diese a otra persona. Después de grabar severamente ese mensaje en mi cabeza, se despidieron y me dejaron continuar con mi viaje. Por curiosidad, abrí la revista y leí las primeras líneas que se pusieron a tiro de mis ojos...
Oh, religión. Acabáramos.

Desde entonces, los he visto por todas partes. A la salida de la Universidad, en la estación de cercanías de mi casa, en los andenes del tren (que no en las vías...), situados en los lugares estratégicos de los parques, detrás de una mesa blanca o haciendo un enorme corro y tocando canciones en Sol. Y he de admitir, que por mucho que me han parado y yo haya cogido su propaganda, todavía no me he enterado de si son muchas religiones las que se predican o sólo es una. Soy una total ignorante de la religión, puesto que no sé más que lo estricto y necesario (y a veces, todavía algún amigo me corrige conceptos confusos que mezclo). Pero, sinceramente, me basta con lo que he atisbado a ver para saber que choca totalmente con mi forma de ver la vida, de pensar y de actuar.

Siempre pensé que sería una atea/hereje/comoquieraquesellame (disculpad mi falta de conocimiento y vocabulario para con el tema de la religión) de por vida, pero entonces apareció Nacho. Hará cosa de un mes que le conocí, pero desde ese primer día me hizo saber que él estaba montando su propia religión. Y, como todas las cosas que comienzan, estaba sentando las bases. El caso es que me pareció interesante...


Y esos se convirtieron en mis primeros pasos hacia el Nachismo (con "n", ojo).
¿Que qué es el Nachismo? Pues es una religión democrática, en la que todos tenemos voz y voto para que pueda estar en constante evolución y adaptarse a nuestro mundo ahora y dentro de dos mil millones de millones de años. Como toda buena religión que se precie, cuenta con un estupendo Dios, actualmente encarnado en Nacho, nuestro simpático lider y al que podéis ver convertido en chibi en el dibujo de arriba (venga, si no lo digo reviento... es mi segunda obra con mi querida, queridísma tableta gráfica). No tenemos pecados (ni capitales, ni pecaditos) ni oraciones, nuestra forma de comunicarnos con la iluminación es a través de una buena siesta, porque ya se sabe que con el cuerpo y la mente descansados se rinde infinitamente mejor. Ofrecemos cargos vacantes entre los apóstoles y contacto directo con Dios por lo menos una vez a la semana.
Y bueno, señoras, señores, poco más tengo que contaros, que aún estamos en construcción. El segundo advenimiento esta próximo... ¡Convertíos a nuestra fe!


2/9/10

Hey, not so bad


Hay que ver, estoy que me salgo. Si ayer mismo os hablaba de "ese día", hoy, en un arranque de originalidad, voy a hablaros de "ese otro día". Suena ameno y divertido, ¿eh? ... ¡Eh! ¡No os vayáis! ¡Volved, me portaré bien!

Como iba diciendo, hoy es uno de esos días. Uno de esos días en los que estás preocupada por el gato, que ha vomitado dos veces por la noche y no sabes si le pasa algo o la comida estaba mala, y al mismo tiempo te da miedo que se muera de hambre porque con la tontería anoche no pudo retener nada en el estómago. También estás algo molesta porque el mando de la PS3 se declaró en huelga y, aunque has conseguido pilas nuevas con que saciar su voraz apetito, anoche te supo a poco la partida. Además, andas dándole vueltas en la cabeza al espinoso tema de las amistades, porque sabes que hay una en concreto que parece haber vuelto del más allá y que, por mucho que se empeñe en volver a la vida, no hace falta ser un genio para darse cuenta de que está definitivamente muerta.

Es uno de esos días en que las cosas más felices parecen haber sufrido una extraño desarrollo y haberse transformado irremediablemente en problemas. No importa de qué color sea en realidad el cielo, porque tú lo ves gris y a punto de descargar una feroz tormenta. Porque hoy estás teniendo un Mal Día, y las cosas no parecen querer enderezarse así sin más.

Sin embargo, hasta en los temidos Malos Días, te quedan fuerzas suficientes para decir hasta aquí hemos llegado. Para plantar los problemas y sacarles la lengua con rabia. Para reirte de esa acción tan infantil y darte cuenta de que ya eres una persona madura, un proyecto de adulto en crecimiento, y que puedes pensar por ti mismo, lo que sea que quieras. Y sales a la calle a gritar, a gritar a pleno pulmón que estás enfadada con todo y con todos y que odias y sientes con fuerza tus palabras, hasta que uno de tus amigos del barrio de toda la vida te pone una mano en el hombro y te mira como si te hubieras vuelto loca. No importa, porque sonríes y entonces él te acompaña con su voz, y todos se os quedan mirando, evitando pasar a vuestro lado, pero no importa. Has olvidado que todo está fuera de control y que no sabes qué va a pasar finalmente mañana, la llamada que te ha hecho entristecer, el caos de sentimientos y hormonas; tu mente está concentrada en gritar. Y entre grito y grito te das cuenta de que es tan cierto como lo cuentan. Una verdad absoluta.
Que al mal tiempo... hay que ponerle buena cara. Porque todos llevamos algo dentro que nos hace ser más fuertes que el diamante.




Así que ya sabéis, niños, no os dejeis rallar así como así.