10/1/11

Don't ever look back [AlmaxKanda FanFic]

Puede contener SPOILERS del manga, concretamente del capítulo 190 en adelante. No se trata de nada que pueda arruinar el argumento de la obra, pero se mencionan personajes que pueden ser desconocidos para quienes no sigan la historia del manga.
Hay leves insinuaciones de YAOI. Leed bajo vuestra propia responsabilidad. 

Lectura de derecha a izquierda y de arriba hacia abajo.

Tenía los ojos abiertos, brazos y piernas intactos, y estaba tan alerta y preparado como siempre. Me sentía relajado y tranquilo, y en aquel lugar había espacio suficiente para maniobrar. Definitivamente, aquello parecía uno de los campos de entrenamiento, y quizá así lo fuera, pero nunca lo llegué a dilucidar, porque, pese a todo, ni mis ojos lo vieron, ni mis brazos lo detuvieron, ni mis piernas me permitieron esquivarlo.
Desperté violentamente tras un buen rodillazo por parte de mi compañero de cama, con lágrimas en los ojos y el espasmódico movimiento para recuperar la posición fetal ya iniciado. Me abracé con fuerza la barriga mientras gritaba sin miramientos en lo más profundo de mi cerebro todas las maldiciones que se me ocurrían. Dolía como si me hubieran embestido con un ariete a toda velocidad, qué golpe más bruto. El líquido que se había agolpado en mis lacrimales me empezaba a escocer, así que entreabrí los ojos para poder parpadear y dejar que las lágrimas se derramaran y fueran a parar a las sábanas o a la almohada o a donde quiera que les diera por caer. Quizás con toda aquella actuación sólo estaba esperando a que él hablase y sacase a pasear esa particular forma suya de ser para poder devolverle el golpe y quedarme tan a gusto, pero no lo hizo. No lo hizo porque estaba dormido y yo pude verlo a través de mis ojos entreabiertos y húmedos.

Era la primera vez que le veía dormir. Era la primera vez que le veía actuando en consonancia con sus sueños y viviendo en aquel otro mundo al que nos decían que teníamos que ir todas las noches… o al que íbamos por fuerza todas las veces que acabábamos a golpes. El mundo al que llegábamos cuando, durante la sincronización, nos quedábamos inconscientes. En un acto reflejo agité la cabeza de lado a lado para sacudirme aquel último pensamiento; justo en este momento no me apetecía ponerme a recordar las sesiones de sincronización. La reminiscencia de ese dolor hizo que el daño provocado por el rodillazo se disipara en una especie de neblina cálida, como un pequeño torrente de sol.
La verdad era que nunca antes había visto a Yū tan… indefenso no era la palabra, pero tampoco lo era tranquilo porque hasta en sueños era capaz de pegarme y no dejar de moverse de un lado a otro. Yo ya estaba acostumbrado a que se revolviera sobre sí mismo y sobre mí mismo también, pero si continuaba incrementando la violencia de sus giros y vueltas, al final un día terminaría por separar las camillas sobre las que descansábamos. El papel que mediaba entre el plástico blanco y su cuerpo ya estaba totalmente arrugado. El mío no lo estaba tanto, pero me apresuré a alisarlo con el brazo. Era un poco incómodo dormir sobre un gurruño de arrugas.
Mientras rehacía mi trozo de cama, utilizando ahora las dos palmas para estirar mejor la tela de la camilla bajo mi cuerpo, me detuve apenas un momento para contemplar a mi compañero. Llevaba un rato quieto y no pude evitar achacarlo a un estado de coma. No era la primera vez que Yū entraba en coma y no me preocupaba demasiado, pero de todas formas quería avisar a alguien si así fuera. Quizás después me fuera directamente a la sala matriz a darles a todos los buenos días. Igual…

Durante un rato me olvidé de mi tarea. Apoyando el codo sobre la tela que cubría el fino colchón de plástico, me dediqué a observar con atención al muchacho que dormía. Yū Kanda era un niño alto de nueve años de edad. Su cuerpo era largo y delgado, como una espiga, y los músculos poco a poco comenzaban a dibujarse con impecable delicadeza sobre él. Todavía llevaba puestos los pequeños pantalones oscuros que se le ceñían bajo el ombligo y que le cubrían hasta las rodillas. El pecho estaba desnudo y yo podía fijarme en el detalle normalmente imperceptible de su respiración sobre el diafragma. Subía y bajaba con pesada lentitud, como si le costase cada bocanada de aire que se llevaba a los pulmones. Las gotas de sudor comenzaron a agolparse en sus hombros y en el nacimiento de su pecho, así que decidí incorporarme con un movimiento rápido para examinarle mejor. Me quedé allí sentado, a tan solo dos palmos del calor que irradiaba su cuerpo. 


Me sorprendió ver lo mucho que cambiaba mi perspectiva cuando observaba al chico desde arriba. Ahora podía ver bien la expresión de su rostro. Tenía las cejas curvadas, fruncidas en una mueca extraña que hacía juego con el gesto de su boca. Parecía estar apretando los dientes con fuerza; rabia, sorpresa, anhelo, desde luego yo no sabía que podría estar pasando en su cabeza. Pese a todo, Yū conservaba ese aire de indiferencia y frío en las facciones, como si alguien se lo hubiera cincelado para siempre en aquel semblante que todavía no se había desprendido de la suavidad de las curvas redondeadas de la niñez. Las gotas de sudor le bajaban por las sienes mojando su pelo oscuro. Su melena, que apenas le llegaba a los hombros, caía totalmente lisa y estaba poblada de mechones desiguales que empezaban a crecer con ímpetu, pero a mí lo que más me gustaba, sin duda, era el color. Su color era la última tonalidad de negro que podía alcanzar la cromática en la genética humana, más oscuro que la más oscura de las sombras. A veces, cuando la luz se reflejaba en su cabello, el brillo engañaba la visión titilando en forma de reflejo azul. Muchas de las ocasiones en las que nos habíamos peleado había terminado con un par de morados más por haber distraído mi atención creyendo haber atisbado uno de esos destellos índigo.

En ese preciso instante, sentí un acuciante deseo tirar de mis entrañas con fuerza. Una apremiante necesidad por memorizar el tacto de aquellas hebras que mi compañero parecía haberle robado a la noche. Me dejé llevar por la impulsividad y estiré mi mano hacia la altura de su frente. Fue entonces cuando Yū estrujó la sábana, convirtiendo repentinamente sus manos en sendos puños que atrapaban una agonizante tela.

Después, todo sucedió muy deprisa. Sin darme tiempo a pensar, mi cuerpo se movió como accionado por un resorte, huyendo hacia mi lado de la cama con un solo movimiento acelerado. Logré escurrir las piernas bajo mi propia sábana y taparme a toda velocidad con ella, arrebujándome muy disimuladamente de espaldas a él sobre mi lecho. Cerré los ojos con fuerza, pero luego recordé que sería mejor relajarlos y aparentar que acababa de despertarme. Le oí susurrar algo entre dientes, y, bastante acobardado, comencé a hacer ver como que me desperezaba. Tampoco quería forzar demasiado mi interpretación, si me descubría sería malo. Se convencería equivocadamente de que era un acosador y entonces quizás tuviese que volver a dormir yo solo. No quería volver a dormir solo. Restregué los ojos con la mejor actuación que supe llevar a cabo y pronuncié las primeras palabras que se me vinieron a la mente.

-Te estabas moviendo mucho otra vez mientras dormías.

Por lo que podía espiar a través de los nudillos de mi mano casi podría haber jurado que le pillaba desprevenido. Sin embargo, fue totalmente al revés. Es decir, fue él quien me pilló desprevenido a mí. Absolutamente, además. Todos los músculos de mi rostro entraron en tensión.

-Lo siento. ¿Te he despertado?

Le miré a los ojos. No estaba enfadado, pero tenía una expresión que me resultaba muy extraña. Una expresión que le hacía parecer lo que era, un niño pequeño. Un niño pequeño de nueve años, como yo.


No pude evitarlo, dibujé la sonrisa más sincera de toda mi existencia.



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[Editado]


Anoche, a la intempestiva hora en que publiqué mi entrada, no tuve las fuerzas suficientes para comentar mis impresiones sobre lo escrito, así que, echando mano de la magnífica herramienta de edición, voy a hacerlo ahora.

Después de pasarme un buen rato buscando imágenes que renderizar en las páginas del manga original de D. Gray-man no pude evitar sentir la tentación de seguir leyendo hasta el capítulo 202 tirando del fansub de MangaStream. Y es que de pronto, mientras buscaba por entre las páginas, reviví toda la historia de Kanda que me metí este verano durante los días que pasé en casa de Nini. Fue muy duro resistirme a la tentación, más sabiendo que el equipo de MangaStream trabaja en inglés y que sus scans son de los mejores que hay a día de hoy en estos mundos del fansub, pero tiempo atrás ya decidí que quería disfrutar del manga en papel. Tuve que hacer acopio de toda mi fuerza de voluntad para cerrar la pestañita de aquella página que me prometía adrenalina, emoción y una profusa hemorragia nasal a lo largo de los seis o siete capítulos que me quedaban por leer. Y triunfé, cerré la página y se acabaron las tentaciones malsanas. El problema, queridos y queridas amigas, es que había algo que se había quedado allí conmigo. Algo que quería salir, que quería saber, y que era lo suficientemente fuerte como para impulsarme a escribir. Y a ello me abandoné.

El verdadero empujón me llegó en forma de viñeta, la misma que podéis leer (de derecha a izquierda) al principio de esta entrada. La expresión avergonzada e indefensa de Kanda no tiene precio, así como tampoco lo tiene ese "lo siento", por muy formal que sea, que le dedica a Alma. Después de todo lo que he leído a lo largo de diecinueve tomos, de verdad que jamás pensé que la autora pusiera en su boca semejantes palabras, más teniendo en cuenta que lo que nos había mostrado de él de pequeño era una personalidad calcadita a la que tiene cuando es mayor. Por eso y porque no me hace mucha gracia modificar el argumento de las obras, pensé en ubicar mi narración entre la anterior viñeta, que nos muestra lo que Kanda está soñando (y que no diré para no hacer spoilers), y su súbito despertar en esta.

El peso de la narración recae sobre Alma, que es un niño pequeño con las aspiraciones y deseos de un niño de su edad. Después de lo que se ha mostrado sobre su carácter y personalidad de aquella época yo creo que me ha quedado algo bastante acertado, que no perfecto porque, obviamente, no fui yo quien concibió ese personaje.
En fin, creo que es un texto muy neutro y en el que no manipulo ni retuerzo la personalidad de nuestros chicos (no, esta vez no vais a necesitar hacer uso de la cuerda para colgarme sobre cualquier poste... ¿verdad?), y estoy bastante satisfecha con este "asomar la patita" por el mundo de los Fanfics. Hace muchísimo tiempo que quería iniciarme por estos lares, pero eso de ir dejándolo y dejándolo hace que las historias sobre las que pretendías escribir avancen y lo que tenías en mente dejase de valer. 

En fin, espero que hayáis disfrutado de la lectura, ya que mis perversas y retorcidas intenciones esta vez iban encaminadas hacia ese objetivo final.

3 comentarios:

Charlie D. dijo...

Conozco a Kanda de cuando leía DGray man (me quedé en el tomo 10... ejem). Pero al otro muchacho... nada de nada.

Un texto interesante. Considero interesante cualquier cosa que mantenga mi atención de principio a fin y tú lo has conseguido. ¿Yaoi? Muuuy leve, como tú misma has señalado. Pero adivino que te lo has pasado bien escribiéndolo, y yo puedo afirmar que he disfrutado leyendo, así que... ¿qué más se puede pedir?

Mew dijo...

Oh my God, qué grata sorpresa. ¿Te has leído D. Gray-man y conoces a Kanda? A mis brazos, mujer, a mis brazos. Yo que te tenía por una universitaria de bien... y resulta que tu también has probado el sabor del manga. De ahí a pasarse al lado oscuro sólo hay un paso ¿eh? Si necesitas un empujoncito, ya sabes...

Pues la verdad es que sí, me he divertido mucho escribiéndolo, pero había momentos en los que me parecía estar tan fuera de la línea habitual de lo que suelo escribir que me parecía todo bizarrísimo. Y además es curioso, porque cuando estaba metida en el texto me parecía muy obvio que tenía insinuaciones yaoi entre Kanda y Alma, pero después de un sueño reparador y la posterior relectura he visto que tampoco es algo tan obvio como pensé en ese primer momento. Pero en fin, ten en cuenta que quien lo narra es un niño al que la adolescencia todavía le queda muy lejos... ya haré algo más hard, que también tengo ganas.

Es una pena que te quedases en el tomo 10 (por ahí es donde están con todo el lío del arca y eso, ¿no?) porque toda la trama que viene después es genial. Pero bueno, como se suele decir, para gustos los colores.

Nos vemos!

Charlie D. dijo...

¿Gustarme el manga a mí? Noooooo... sólo tengo una estantería abarrotada en doble fila en mi habitación... ejem, ejem... ¿y el yaoi? Nahhhh sólo el 75% de ellos... nada reseñable, vamos xDDDDDDDDDDDD


Y me quedé en el tomo diez porque la persona a la que se los (robaba) cogía prestados dejó de comprárselos... que sí, que ya sé que podría seguirlo por internet, pero hay taaaaaaaantas cosas que me quedan por leer que no acabo nunca ¬¬' Un día de estos...

Y por cierto, el texto explicativo después de tu fan-fic, es igual o más interesante que el fan-fic en sí. Jejejejejejeje... lo que inspiran unos dibujicos... (y créeme que te entiendo =P).