11/10/09

Crazier than... You!

Después de una semana un tanto eh... especial... caracterizada por mi andar depresivo y mi mirada perdida en los momentos en que iba de casa a la universidad y de la universidad a casa... creo que voy volviendo a la normalidad poco a poco.
En parte ha sido gracias a que por fin alguien me ha sacado de casa por las orejas, porque de haber sido por mí supongo que me hubiese tirado en la cama a mirar la pared durante todo (tooodo) el puente.
El viernes se presentó como algo diferente, con muchas risas en la exposición de nuestro trabajo en clase de Técnicas de Búsqueda y Uso de la Información, y una alegría malsana al ver que la de sociología no nos mandaba la habitual montaña de deberes a la que nos suele tener acostumbrados.
Más tarde, un esporádico encuentro con el chico del portal de al lado, (chico con el que solía irme de noche al parque de la Imagen y subirme en una de esas redes de plástico a mirar las estrellas) del que hacía muchísimo tiempo que no sabía nada, me levantó la poca moral que me quedaba después de andar medio embobada con una pluma que flotaba solita (tan solita como yo) por el techo de la estación.

Y finalmente... me encontré con Niwa en sol
.

Todo listo para pasar el fin de semana en medio de ninguna parte, aisladas de los problemas de la vida cotidiana y con conexión a internet. ¿Qué más se puede pedir? Ah sí, un novio... un BUEN novio. Tipo Roxas.
Creo recordar que prometí, hace ya mucho, en el post que hice sobre Axelito&Roxy, que alguna vez os contaría el por qué a Niwa le gusta guardar cadáveres en su habitación.

Todo empezó una noche de finales de verano... En casa de Niwa se celebraba una fiesta en el jardín, una especie de barbacoa con muchos adultos que se movían de un lado para otro y reían animadamente. El problema era que si había adultos... también había niños. Y no os penseis que eran niños niños, de estas tiernas y adorables criaturitas rubias que no levantan dos palmos del suelo y te miran con sus dulces ojitos marrones; eran niños-monstruo como mínimo.
Una de las enanillas que había por ahi le cogió cariño a Alicia, con lo que la tuvimos pegada toda la noche. Miento, toda la noche no, sólo hasta que fuimos a su habitación... y miramos detrás de la puerta. En un primer momento pasamos ambas, yo ya estaba acostumbrada al sitio, pero la pobre cría se quedó flipada. Sobre todo cuando encontró el calendario de Victoria Frances repleto de ilustraciones, por dar una definición de andar por casa, góticas. Lo que viene a continuación me gustaría reproducirlo en modo diálogo:

-A mí esto me da miedo. ¿Están muertos? voy a tener pesadillas...

-Pues a mi me parece bonito, que quereis que os diga -Entre risas, Niwa.

En ese momento a la niña se le iluminan los ojos.

-¡Ya se! -Todo emocionada ella- ¡Ya sé lo que a ti te gustaría de verdad! ¿¡A que te gustaría tener un cadáver detrás de la puerta!?

Segundos de silencio. A Niwa se le desencaja la mandíbula. Mew, más práctica, se tira al suelo riendo a carcajadas. Tras unos segundos de reflexión, la "ofendida" ataca con un:

-No, no, cielo. Es que los cadáveres huelen muy mal y eso...

-Pero se les puede echar colonia -Muy alegre de haber propuesto una solución.

-Eh.. sí... bueno, en realidad no... -Palmaditas en la cabeza.

Después de aquello, la cría huyó. Y yo, al menos, no he vuelto a saber nada de ella.


Ahh, que recuerdos..
Pues así hemos pasado el finde, entre risas y cachondeo, sobre todo a la hora de cenar (yo no sé qué le echará esta gente a la comida, pero tengo que conseguirlo).
La primera noche que pasé aquí, cenamos Jesús, Alicia y yo, solos. Jesús es el hermano de Alicia, otro que, a veces, está peor que ambas juntas. Y no sé por qué salió el tema de la tuberculosis. "El pobre Hisi-chan se nos va a morir de tuberculosis" "Ay, por Dios" "Ay que pena" "¿¡Dónde están las cuchillas cuando una más las necesita?!" creo que fue algo así lo que lo hizo saltar... el caso es que al final concluimos que los tropezones que había encima de la pizza eran en realidad trocitos de pulmón de un tío al que le habían dado un par de ictus... o tres.
Pero como no podía ser de otra forma, al ver que mis padres habían empezado discretamente a repudiarme, la segunda noche fue todavía mejor.
Esta vez estuvimos cenando todos juntos, incluido un amiguete de Jesús. La cena era algo normal hasta que más o menos la mitad de la mesa se puso a discutir los unos con los otros acerca de un anuncio en el que decían algo de un trozo de cohete o de una antena que pesaba algo así como cinco (¿O eran cincuenta...? al final no se han puesto de acuerdo) toneladas.
Eso podría hasta calificarse de "Normal".
Sin embargo fue otro de los anuncios, uno retorcido y malo, el que desencadenó todo. El culpable: la película de Atila el huno.
A partir de ahí Sonia, la mamá, nos relató la historia de como los hunos, bajo el mandato de este hombre, llegaron hasta Roma y se comieron a los romanos. Felix, el amiguete, se ha atragantado y puesto lívido al tomarse esa frase al pie de la letra.
Sí, claro... Ñam, ñam, pásame esa lanza anda, que creo que se me ha quedado un restillo entre los dientes. Después de eso, Alicia ha empezado una campaña en la que defendía fervientemente que los hunos no se llegaron a encontrar con los romanos, porque, literalmente, "peleaban contra Mulán". Sonia ha contraatacado diciendo que cruzaron no sé qué montes en elefante, pero resultó que al final quien realmente se había pateado las montañas a lomos de un elegante y brioso elefante había sido Anibal, hermano de Asdrubal, quien, preocupado porque el Imperio se desmoronase en manos de su hermano, acudió a su encuentro sin importar qué peligros habría que sortear (casi ná, subir y bajar un cacho roca en un bicho que gracias a la trompa escala).
Cuando acabamos de cenar (sí, yo tampoco me explico cómo pudimos si practicamente no hicimos otra cosa que hablar) Jesús y Felix se pusieron a recoger el queso, envolviéndolo con suavidad en papel transparente de cocina, con tan mala pata que al ir Felix a coger un trozo, otro cayó al suelo. Alicia, que estaba un poco agresivilla, le gritó "¡Pero qué haces mirando al plato cuando tienes un trozo de queso en el suelo, perro!".
Al perro, claro. Pero Felix ha pensado que se lo gritaba a él y se llevó un buen susto.

RISAS, RISAS, RISAS: esa es la descripción de mi finde. La única preocupación que me queda es la de asomarme detrás de la puerta de Alicia y comprobar que el cartelito "Reservado para el cadáver" ha pasado a mejor vida.

Glups.


1 comentario:

Niwa dijo...

Me alegro de que al menos hayas pasado un buen fin de semana y tanta risa y tanta tontería te hayan servido para alejar todas esas penas depresivas que te rondan ultimamente (ya lo decía tu madre, aquí es emo hasta el apuntador xD).

Pero que sepas que yo no soy agresiva, soy un cacho pan dulce y empalagosete. ¡Y como vuelvas a insinuar lo contrario te muerdo un pie! lol


Por cierto, te recuerdo que me debes un comentario... Y como no lo dejes si que te voy a pegar de verdad >.<