5/10/09

Olvida



Toda la frustración parecía haber acudido en masa ante una llamada incierta. Un llanto amargo que, creo recordar, resbalaba por las paredes de mi garganta y las acuchillaba cruelmente. Era un sentimiento horrible.

Cada dos minutos trato de olvidar todos los momentos que pasamos.

Se extendía desde la punta del dedo gordo del pie hasta el último pelo de mi cabeza. Las manos me temblaban y apenas podía sostener el vaso de agua que me habían traído para que me calmase. Tal era su capacidad de infiltración que había momentos en los que no sabía quién dictaba las órdenes de mi conciencia. La rabia pugnaba por salir al exterior, por utilizar mi voz, por usurpar el control de mis extremidades, por dirigir el ritmo de mis pensamientos... pero por el momento mi estructura ósea y todos mis músculos resistían su feroz ataque. El único signo de debilidad era aquella pegajosa sustancia que me impregnaba la piel. El sudor, ahora, me parecía ácido.

Cada dos minutos una enternidad... cada dos minutos sin tocar tus manos.

La silla no aguantó más mi peso y me apremió a levantarme. Una mano se posó sobre mi hombro con fuerza, quizá con más fuerza de la necesaria debido a lo precipitado de mi gesto, pero se retiró como un animalillo asustado en cuanto de entre mis labios escapó un gruñido sordo. El vaso entre mis manos temblaba, el agua se balanceaba de un lado a otro salpicando el suelo en mi camino hasta la cocina. Un par de piernas me siguieron a una distancia prudente. Vacié el vaso en el fregadero.

Cada dos minutos pierdo la razón, me abandona la ilusión, me tropiezo y me caigo.

-Sé lo que sientes, pero... -Comenzó la suave voz de mi compañera- Ya basta, tienes que terminar con todo esto.

A ella no es que le diera igual lo que me pasase, eso lo tenía claro, pero no me comprendía en absoluto. Había sufrido tantos palos en la vida que quizá pensase que este sólo era otro más. Otro del que me recuperaría con mi habitual sonrisa, como si la huella de este fantasma se fuese a retirar con el triste amago de un gesto alegre que, en realidad, no era ni alegre ni llegaba a la altura de gesto.
Si ahora mismo mis labios esbozasen una sonrisa, sería la sonrisa más triste y más falsa del mundo.

-No, no lo sabes. Así que no hables de ello, por favor. Me esta costando muchísimo permanecer aquí sentado. Me está costando muchísimo retener... interiorizar... las cosas.

Las manos vibraron contra la superficie metálica del fregadero. Y, de repente, tras soltar aquello, tras haber descartado un sinfín de palabras para describir lo que me estaba ocurrindo, la ira desapareció. Las manos me seguían temblando, y las piernas también, temerosas de lo que vendría a continuación.
Segundos más tarde, el peso de la tristeza se abalanzó sobre mi corazón con las garras por delante. Desconozco si hizo jirones el maldito órgano, porque lo único que pude hacer durante los minutos siguientes fue llorar como una criatura. Las lágrimas goteaban con fuerza, resbalaban al ritmo de los espamos de mi pecho y lo único que se oía en la cocina eran los gemidos de dolor que era capaz de articular.
La frustración, la rabia y la tristeza iban siempre juntas de la mano.
Lo había vuelto a olvidar.

Yo lloraba sobre el fregadero, sólo en mi desdicha, recreándome en el placer funesto que otorgaban mis heridas abiertas. Tenía tantas ganas de abrazar a alguien, tantas ganas de sentir calor y quemarme...
Pero perdí el valor de decirselo a la cara, de reprocharle que siempre me hiciera lo mismo. Fallé.

Cada dos minutos cambio de opinión si me roza el corazón con el filo de sus labios

Y, sin embargo, siempre supe que si dependiese de mi corazón y de mí siempre le daría otra oportunidad.


___

Pues no sé exactamente qué es esto, yo tenía preparada otra entrada bastante más alegre para hoy... pero me han dado una mala noticia (cuantas llevaré ya esta semana u.u') y los dedos se han puesto a teclear ellos solitos. En fin, es una especie de situación extraña, con personajes extraños que se lamentan sobre cosas no tan extrañas para la mayoría de nosotros. Últimamente estoy como en un... ¿bache?, pero me suele pasar cuando se dan ciertas condiciones (ajenas a mi voluntad, que conste) y es cuando mis sueños se vuelven monotemáticos y mis pensamientos terminan por desembocar inevitablemente en el dichoso temita tabú.
No es nada que no se pueda arreglar con una breve, pequeña, minúscula, charlita por teléfono... pero mi interlocutor parece estar siempre apagado o fuera de cobertura.
Una pena.




Pi... pi...pi...
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