24/10/10

Queer as Folk

ADVERTENCIA:
Artículo libre de spoilers.

Pocos serán los que sepan que, en algunas parte del norte de Inglaterra, existe una expresión dialectal tal que dice así:
"There's nought so queer as folk."
Y menos aún conocerán su significado. Por suerte, yo me encuentro entre los afortunados a los que el destino ha sonreído. Si tú, querido o querida lectora, también conoces su significado, enhorabuena. Sino... no te preocupes, ahora mismo lo comprenderás. Superficialmente, eso sí, porque tendrás que llegar a tus propias conclusiones sin contar con mi inestimable coacción ayuda.
 


"There's nought so queer as folk" viene a significar en nuestro idioma algo así como "No hay nada tan extraño como la gente". Sin embargo, el término "queer", en inglés, es una palabra polisémica. ¿Y a qué no adivináis qué otro significado tiene aparte de "extraño"? Premio, "maricón".
¿Lo habéis adivinado otra vez, verdad? Entre el título de mi entrada de hoy y esa expresión dialectal inglesa hay un juego de palabras. 
Pero... ¿por qué?



Porque Queer as Folk, señoras y señoras, aparte del nombre de mi entrada, es una serie estadounidense producida por Showtime y Temple Street Productions.

"Igual de maricón que el resto del mundo", "Igual de extraño que los demás", ese es, efectivamente, el juego de palabras entre el nombre de la serie y la expresión inglesa antes citada. ¿Y por qué os hablo hoy de ésta serie en particular? ¿Mejor aún, por qué no os hablo de alguna de las series de anime, de los propios mangas, que tanto me han marcado y que tanto me siguen gustando? ¿Por qué no de los títulos de videojuegos que guardo como oro en paño en mi estantería...?

Porque Queer as Folk cuenta una historia diferente. Ha roto el medidor de fuerza e impacto en un tema tan extraño como el que más. Queer as Folk aborda uno de los temas que, aún hoy en día, más siguen preocupando a ese señor de blanco (y otros tantos, por desgracia) que vive en el Vaticano: la HOMOSEXUALIDAD con mayúsculas.
Es una serie transgresora, agresiva, fuerte, extremadamente sexual y con críticas tan duras que serían capaces de rayar un diamante. Presenta la realidad de la vida de un grupo de personas homosexuales tal y como es, sin cortarse un pelo, relatando las peripecias de sus protagonistas en el transcurso de los días en un mundo tan normal como el nuestro.


A pesar de que me encantaría describir detalladamente el intrincado mundo de Queer as Folk ya me he comprometido a no hacer ningún tipo de spoiler, así que voy a limitarme a presentaros a sus ocho protagonistas. Y si alguno de los ilusos presentes esperaba que empezase con otro que no fuese Brian, siento cargarme sus expectativas. Una tiene sus prioridades muy claras.



Brian Kinney
Brian Kinney es el sexo de Pittsburgh, el sexo homosexual de Pittsburgh, y él lo sabe.
Tiene 29 años y es publicista, inteligente, rico y atractivo hasta la saciedad. Su autoestima sólo es superada por su descomunal ego y su elegante y nada disimulada forma de llevar su narcisismo. Vive para sí mismo y no le rinde cuentas a nadie: hace lo que quiere, cuando quiere y con quien quiere. Abusa del alcohol y las drogas, de las noches de fiesta y de los cuartos oscuros de las discotecas y las saunas, y siempre, siempre, llega al trabajo indemne, fresco como una lechuga y enfundado en sus mejores trajes de Armani. Con los hombres, él lleva el control; elige, folla y hasta la próxima, aunque nunca repite con el mismo. Prefiere la honestidad del sexo a la deshonestidad que tarde o temprano conllevan las relaciones y el amor.

Brian es uno de los personajes de mayor impacto en la serie. Ácido, arrogante y descarado, a quien no le importa escupirte su pensamiento en la cara, y quien por ello tiene una gran influencia sobre los demás. 
La repercusión de este personaje es tan fuerte y llega tan lejos que una servidora piensa que Brian es el único hombre sobre la faz de la tierra capaz de hacer desear a una mujer ser un hombre, ser gay, y ser el afortunado amante de Brian Kinney por una noche.




Michael Novotny
Michael Novotny es el mejor amigo de Brian. Se conocen desde la infancia y tienen una relación muy estrecha, tan estrecha que Michael no puede evitar sentir por él una ferviente admiración que, en ocasiones, desemboca en algo más, algo que tiene una chispa sexual muy poco propia de personas que se consideran el uno al otro como hermanos.
Michael tiene 29 años y trabaja en un supermercado, es un soñador y un gran amante de los cómics. Su héroe indiscutible es el Capitán Astro, aunque Brian Kinney siempre ha estado ahí para hacerle sombra gracias a una cualidad que vence a cualquier superpoder: su mera existencia.
Michael es ese chico que tiene cara de bueno, un amigo leal y un apoyo y defensa incondicionales. Tiene una sonrisa preciosa y un corazón muy grande. Frecuenta los bares y discotecas junto a Brian y a sus demás amigos.




Justin Taylor
Justin Taylor representa al adolescente cuya verdadera orientación sexual está a punto de despuntar y salir a la luz. Este joven de tan sólo 17 años florece explosivamente al colocarse por casualidad en el campo de visión de Brian Kinney; es entonces cuando descubre el significado del sexo y se deja llevar por la fantasía del amor. Justin es la lucha y la perseverancia, el no desfallecer, y es quien le da a la expresión "lucha por tus sueños" otro significado. Desde el primer momento en que es consciente de quien es y quién quiere llegar a ser, ni su homófobo padre, ni sus homófobos compañeros, ni el homófobo mundo en que, de repente, parece haberse convertido su vida, podrán pararle los pies. Porque cuando Justin comienza a madurar y a dar forma a sus ideas, ni siquiera Brian Kinney es capaz de detener el torbellino de esa determinación con la que cuentan los jóvenes.




Emmett Honecutt
Emmett Honeycutt nació siendo una diva, siempre prefirió la purpurina a los guantes de boxeo y no siente ningún tipo de remordimiento al admitirlo. Es el compañero de piso de Michael y trabaja en una tienda de ropa. Es extrovertido, valiente y cariñoso, una mezcla que da lugar a un carácter con acento único y diferente. En su armario no hay lugar para la discriminación de colores o cortes, y siempre luce unos modelitos atrevidos que forjan, aún más si cabe, su personalidad. Sin embargo, por muy negras que sean las circunstancias, todos saben que siempre podrán contar con su consejo y el de la tía Lula.




Ted Schmidt
Ted Schmidt es el mayor del grupo, un contable con una vida ordenada y un piso sobriamente decorado que es amante de la opera y de la pornografía. Es un hombre con muy poca autoestima que rara vez consigue ligar con alguien y que se deprime con facilidad. Envidia y desea a Brian en secreto (pero seámos sinceros, ¿quién no?). A pesar de su carácter derrotista, sus amigos siempre intentan animarle para que se atreva a dar el paso, arriesgar y ganar. Ted, sin embargo, intenta mantener lo que ya ha conseguido en su vida.






Lindsay Peterson y Melanie Marcus
Melanie y Lindsay son una pareja lesbiana estable. Melanie es abogada, es dura y fuerte y no aguanta a Brian. Lindsay es marchante de arte, adora pintar y tiene grandes dotes para ello, además de ser quien descubre en Justin a un verdadero artista en ciernes. Ambas son las madres de un preciosos bebé alumbrado por Lindsay, y por ello tienen que luchar día a día con la discriminación homófoba de quienes piensan que dos mujeres son incapaces de sacar adelante un niño. Forman parte de las amistades del grupo de chicos, a quienes se sienten muy unidas. Acostumbran a llevar una vida más ordenada, olvidando las fiestas y excesos de la despreocupada vida de solteras, ya que ahora un bebé depende de ellas.


Debbie Novotny
Debbie es la madre de Michael, una madre muy poco al uso. Es una mujer fuerte, con una mente extremadamente abierta y tolerante, mucho humor y mucha mala leche cuando se requiere. Debbie ve en los amigos de Michael una gran familia de la que cuidar y siente un apego muy especial por todos. Es la única persona capaz de coger por las orejas a Brian y hacerle reflexionar, y la camarera más dicharachera del Dinner. En su casa siempre hay espacio para quien lo necesite, un gran plato de macarrones con atún, y, por supuesto, condones.




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Sí, indudablemente es una serie que no podéis dejar de ver. Romperá con vuestra visión del mundo hasta el momento. Queer as Folk es una serie que me gustaría recomendarle a todas y cada una de las personas que conozco y que conoceré en el futuro, porque nos acerca de una manera muy humana al mundo de la homosexualidad, tan desconocido para la mayoría, a través de unos personajes muy atrevidos y que, por muy estereotipados que parezcan al primer vistazo, romperán con vuestros esquemas de una u otra forma.


Pero no os fiéis de mi palabra. Comprobadlo por vosotros mismos.

Queer as Folk online


¡Ahí queda!


16/10/10

Deje su mensaje después de oír la señal

Bendita inocencia, sí, pero ya estoy un poco hasta los huevos de ella. Últimamente me siento muy radical, como si me desplazase de un extremo a otro a toda velocidad y una vez en mi sitio en cada momento estallase con una virulencia muy poco propia. Lo malo es que las personas inocentes siempre inspiran ternura... y muchas veces esa horrible virulencia me la como yo solita con cuchillo y tenedor, rumiándola después en silencio como si de un bóvido cualquiera me tratase. ¡Bueh!

A veces me pregunto cómo resumir un discurso de dos horas o más en un espacio de no más de tres minutos. Joder, es una pena que me haya metido a ciencias y ahora las letras no las domine, ¿no? Porque claramente se nota que no las domino (ah, bendita ironía también).

La semana que viene me espera la gran putada del siglo. Dos exámenes y un esquemático que compile sin errores para la próxima práctica de TC. Además tengo que entregar unos cincuenta ejercicios de Java con mi memoria del segundo proyecto... qué genial, pero ya cansa. No me veréis el pelo en una buena temporadita.


Y lo siento, tiernos seres humanos que aún conservan la inocencia, porque todo lo que os digo, os lo digo de verdad. Aunque os concedo que es mucho más lo que callo que lo que expreso. Eso sí.



Buenas noches.

9/10/10

¡Hazte Industrial!

Sé que no debería. Lo sé, de verdad, lo sé, pero es que no puedo evitarlo. Sé que soy informática... pero también soy ingeniera, así que, qué leches. 

¡HAZTE INDUSTRIAL!

6/10/10

El dilema de Edward

Jamás me imaginé haciendo una entrada así... pero, hey, nunca digas nunca. Los que habéis coincidido conmigo en algún (como diría Dios) templo capitalista, seguramente me hayais oído hablar de ello de pasada ya que periódicamente suele surgir el tema. Y más ahora, después de un verano tan lleno de presentaciones y socialización varia en la que todos buscamos conocer más de todos mediante numerosos temas y preguntas.

Uno de los libros que más me llegó cuando era una tierna adolescente fue lo que, para mí (y por aquella época), significaba la mejor historia de amor jamás contada. Es cierto que ahora, echando la vista atrás, pienso en lo ingenua que era y en lo condicionada que estaba por mi educación (que no es que haya sido machista, pero...) para poder llegar a tal grado de emoción y empatía, pero también es cierto que por aquella época, fue esta obra la que consiguió aquello que sólo los buenos libros consiguen: atrapar por completo a una persona. Y ahora es cuando viene la parte en la que huis despavoridos (probablemente a por un cuchillo o cualquier otro objeto que pueda ser utilizado como arma) porque os revelo el título de dicho libro: Crepúsculo.

No os equivoqueis, no voy a escribir con humildad las siguientes líneas. No va a haber disculpas o justificaciones bonachonas, porque la verdad es que no siento que deba estar arrepentida por ello. Yo también me enamoré de Edward. ¿Cuánt@s de vosotr@s podéis expresar semejante afirmación (en el caso que fuese cierta, por supuesto) en voz alta a día de hoy sin complejos? Pocos, ciertamente.
Sin embargo, y antes de que vayais a tacharme de algo, también he de decir que jamás he sido una "crepusculera". Ni he mojado las bragas con Edward, ni le he pedido a mi pareja que me muerda el cuello (en sentido vampírico, claro está), ni he deseado implantarme colmillos artificiales, ni un largo, largo, largo etc. Pero ya hablaremos de esto más tarde.

Si estoy hoy aquí, sentada al teclado cuando debería estar sudando el catarro en la cama, es porque tengo que defender a alguien que, en algún punto de mi vida, me ayudó a crecer. Pocas son las cosas que me levantaría a defender porque pocas son las cosas (y las personas) que, inconscientemente, han conseguido que les sea leales... pero es entonces cuando hay que ponerse en pie y dar una respuesta.

Desde hace mucho tiempo circulan por todo lugar y espacio numerosas bromas y chistes acerca del "universo crepúsculo". Sinceramente... se lo han ganado a pulso. No porque la imaginación de la autora haya decidido echar a andar por esos derroteros, no, sino por la mierda de adaptaciones cinematográficas que se han llevado a la gran pantalla... y el consiguiente Mierda-Merchandising que han logrado parir de ello. Figuras de Robert Pattison (ni me voy a molestar en mirar cómo se escribe) y la pava esa que interpreta a Bella, camisetas y bolsos, lápices y bolis, estuches y mochilas, libros con la portada de la pelicula... blablabla. Basura. Auténtica mierda comercial que no ha respetado en absoluto a los personajes. Toda la publicidad que se le ha dado al libro ha terminado por convertirlo en un tema cargante y estúpido, reservado a (y cito textualmente) "niñas mojabragas". Gente que ni se ha molestado en leer la publicación original y se permite adjetivar a sus fans con semejantes calificativos (es que siempre me ha parecido tan original (nótese el sarcasmo) lo de tildar a un fan de crepúsculo de "mojabragas" cuando lo único que ocurre a lo largo de la saga es un azucarado romance de cuento de hadas hasta que /SPOILER/ tienen a Reneesme...)

Por eso hoy quería hablar de crepúsculo, porque a lo largo de estos últimos años su autora ha vendido a todos los personajes que una vez fueron importantes para mí por dinero y los ha destrozado. No he podido evitar, ahora que ha salido la parodia de crepúsculo (que iré a ver y para la cual dejaré que me sableen casi diez euros de entrada gustosamente), hacer un esfuerzo por releer los libros de los que apenas me separaba en mi adolescencia. Y digo hacer un esfuerzo porque desde que vi la mierda de película (una y no más; la primera) y contemplé la subida de la "fiebre twiligther" no he sido capaz de leerlo ni siquiera en su idioma original (que le da mil patadas a la traducción en castellano).
En fin, que he estado releyendo el primer libro y me he dado cuenta de algo realmente triste. El dilema de Edward, el eterno dilema de este personaje, siempre ha sido su naturaleza. Algo de lo que quiere desembarazarse y no ha podido, algo de lo que no puede renegar a pesar de sus esfuerzos, algo que sólo con el tiempo y la disciplina había logrado suavizar y mantener a raya. Pues bien, después de todo ese esfuerzo, fruto de décadas y de una increíble fuerza de voluntad, no ha tenido más remedio que resignarse al papel que su autora y todo el dinero que se mueve gracias al merchandising han reservado para él... Convertirse en un auténtico Monstruo.


1/10/10

Game Over

 Me voy a ganar a pulso el título de gruñona, pero... sinceramente, qué podría importarme (sabré exhibirlo con la elegancia que me caracteriza). Ya sea producto de la fiebre o de una necesidad irrefrenable de expresión, hoy voy a independizarme del resto del mundo, del resto de todos vosotros.


Empezar diciendo que estoy harta sería un gran topicazo en el que no voy a caer. Más que nada porque yo no estoy harta de nada, respeto las acciones de los demás del mismo modo que me gustaría que los demás respetasen las mías. No, yo no estoy harta, sólo me siento incómoda. ¿Cuándo? Todas y cada una de las veces que percibo que se hace apología de la normalidad; se me remueve algo por dentro y la temperatura corporal me sube un par de grados.

Francamente, yo no quiero formar parte del resto del mundo. NO quiero encajar en la foto colectiva ni que nadie reserve un hueco para mí en su lo-que-sea grupal.
Yo NO quiero ser una persona normal. ¡Jamás!

Mi intelecto me dice que debería esperar respeto y comprensión por parte de los demás, pero mi sentido común y mi experiencia me dicen "Eh, echa el freno. Pocos habrá preparados para aceptar algo así". No es la situación ideal que hubiera esperado, pero la opinión de las personas que aspiran a ser normales, sinceramente (y sin ánimo de ofender) poco o nada cuenta para mí.


Hasta aquí he podido llegar y no me voy a disculpar por ello. Soy una friki, sí, una F-R-I-K-I, con todas las letras. Para mí, que me repugna el simple pensamiento de una vida completamente normal y mediocre, (y al contrario de lo que significa normalmente para el resto del mundo) la palabra FRIKI no es sinónimo de "algo" DESPECTIVO. Es una forma de decir que ahí os quedais todos, porque lo que es yo... ya me he largado.




Definitivamente, hoy no estoy de humor. Advertidos quedáis.